diciembre 19, 2024

El juego del placer: empoderamiento desde el cuerpo

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Plenilunia Salud Mujer
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Por Psic. Karina Reynoso. Circulo Colectivo. De una manera constante, nos vivimos como mujeres en una pregunta interesante ¿Y el orgasmo con qué se come?

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[/media-credit] El descubrimiento de nuestro erotismo no proviene sólo del placer sexual que pudieran otorgarnos la masturbación y las fantasías, si no del hacer las paces con nuestro cuerpo.

Esa pregunta nos puede remontar hacia algo mucho más básico. Para saber qué es un orgasmo tendríamos que empezar a preguntarnos sobre lo qué es nuestro propio placer.

El saber reconocerlo, vivirlo, sentirlo, saborearlo… sin la necesidad de que en la ecuación exista una pareja, y que además ésta no sea un punto del cual dependa nuestro placer.

El placer es una sensación subjetiva, propia y generada por cada una de nosotras, así como lo es el orgasmo, por lo que resulta importante reconocer nuestro cuerpo, y experimentar cada una de esas sensaciones.

Somos dueñas de nuestros cuerpos

Además, saber que, al ser dueñas de nuestros cuerpos, podemos darle un significado que sea únicamente nuestro.

Dentro de la exploración del placer, pueden presentarse muchos pensamientos en nuestra mente. Algunas que nos juegan para vivir una experiencia plena de ésta, y otras que en ocasiones no nos lo vuelven tan sencillo.

¿Por qué el placer nos resulta a veces un privilegio?

Para fines prácticos, me tomaré la libertad de enfocarme en la segunda, porque nos permite entender mejor la primera. ¿Por qué el placer nos resulta a veces un privilegio y no un derecho? ¿Qué podría estar cruzando nuestras mentes al momento de querer buscarlo y hacerlo propio?

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La historia del placer femenino está llena de prejuicios que se han quedado grabados de alguna u otra manera.

Es así que que se nos ha dicho que quienes buscan el placer son merecedoras de ser tildadas con adjetivos que lastiman y nos reafirman que el placer viene acompañado necesariamente de una pareja, respaldado por instituciones y prácticas religiosas que nos dan esa “autorización”, y esta última parte viene acompañada de varias comillas, ya que se asocia el placer a funciones reproductivas, y no a la búsqueda del placer en sí mismo.

El arquetipo de Lilith

Pareciera entonces que la apropiación del placer es un acto de rebeldía, que nos remonta hasta el arquetipo de Lilith, la primera esposa de Adán. La mujer que quiso tomar las riendas sobre su placer al preguntarse por qué debía tener sexo con Adan en una sola posición, en la que él se mostraba como la figura dominante.

En estos tiempos, aunque en muchos sentidos pareciera ser un acto de rebeldía, es en realidad un reclamo hacia nuestros derechos como mujeres en la vivencia sana de nuestra sexualidad, aunque ésta no nos lleve a los fines tradicionales de procreación.

Búsqueda del placer

Así mismo, tenemos el constructo histórico, social y cultural que se encarga en gran medida de seguir estereotipando que la búsqueda del placer, desde el empoderamiento de los cuerpos hacia el disfrute sexual, sea visto como algo contrario a fundamentos moralinos ejercidos por figuras patriarcales, en los que, a menos que nuestros cuerpos sean “aptos” para consumo masculino de una manera no juiciosa por la heteronorma, se nos entorpece el camino al placer.

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El entender por qué nos resulta tormentoso en ocasiones el camino hacia nuestro placer nos puede llevar a querer cambiar el significado y empoderarnos desde nuestros cuerpos.

Porque entonces podemos juntarlo con las cuestiones que nos llevan a tener una experiencia plena de nuestra sexualidad y quizá en ese momento el acercamiento a nuestro placer se vuelve muy fluido.

Somos las diosas de veneración de nuestro propio palacio

Como por ejemplo la masturbación, ese tiempo con nosotras mismas que nos permite conocernos y sentirnos, y que podemos utilizar los medios que más nos agraden, porque en ese momento somos las diosas de veneración de nuestro propio palacio.

En este momento podemos utilizar juguetes sexuales como parte de esta exploración, donde el cielo es el límite y nuestra imaginación el nirvana.

Además de la masturbación como fuente de exploración del erotismo, tenemos una plétora de posibilidades a nuestro alcance, que van más allá del estímulo físico de las zonas erógenas.

Tenemos a nuestra disposición también, la libertad que nos otorga la fantasía, ese terreno intangible, poderoso y excitante donde nuestras posibilidades son infinitas y libres de prejuicio, ese maravilloso lugar lejos del mundo que nos rodea para poder explorar todo aquello que, quizá, no nos atrevamos a experimentar por miedo al «qué dirán».

Hacer las paces con nuestro cuerpo

Y no únicamente eso, el descubrimiento de nuestro erotismo no proviene sólo del placer sexual que pudieran otorgarnos la masturbación y las fantasías, si no del hacer las paces con nuestro cuerpo.

De darle un apapacho, un respiro de lo que, desde un estereotipo de belleza implantado desde el capitalismo de los cuerpos, se espera que sea o no sea. De observarnos de vez en cuando en el espejo y observar nuestras curvas “imperfectas”. de tener una presentación oficial con nuestras vulvas y ofrecerles cariño, amor y atención.

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Esta última parte en particular se puede convertir en todo un reto, sin embargo, no se convierte en uno insuperable.

Abrir las puertas a nuestro erotismo

El abrir las puertas a nuestro erotismo, placer y vivencia en general de la sexualidad, en muchos momentos comienza en un abrirnos desde nuestras vulvas al mundo, empezando con nosotras mismas.

Tomarnos un momento de presentarnos con y hacer un convenio con ellas, en el que salimos ganando, ya que dejamos de lado cualquier miedo presente, pasado o futuro que nos lleve a sentir que no somos merecedoras de ese placer que, por contrato innato de ser humanas, nos corresponde.

Podríamos decir entonces, que en este ir y venir de perdonar, aceptar y disfrutar, entramos en una especie de juego, de baile. En el que nos reencontramos con esta parte hermosa y fundamental de nuestras vivencias. ¿Y qué mejor tango y juego de seducción que el que podemos llevar con nosotras mismas?

Normalicemos la libertad de la sexualidad femenina, la exploración del juego del placer, donde podemos mover las fichas en todas direcciones, y así empoderarnos desde el cuerpo, el placer, y la plenitud.

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