¿Alguna persona dejó de hablarte sin decirte el motivo? ¿Cuántas veces una persona te ha calificado de dramática, exagerada o ha sido indiferente a tus necesidades o sentimientos?
Esto tiene un nombre y forma parte de un problema cada vez más común entre los jóvenes y adultos, la carencia de responsabilidad afectiva, así lo explica Claudia Oregel Mendoza, Orientadora de Psicopedagogía de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), quien reconoce que debemos aprender a responsabilizarnos de nuestras acciones y sentimientos.
La experta en psicopedagogía explica que la responsabilidad afectiva crea vínculos sanos y un vínculo sano es aquel que nos permite, por una parte, experimentar seguridad a partir del afecto y, por otra, autonomía personal percibiendo y sintiendo una interdependencia entre las personas.
Por otro lado, “la responsabilidad emocional se trata de ejercer tus relaciones con libertad cuidando de ti y de la otra persona. Es la conciencia del impacto de nuestras acciones hacia las demás personas y se compone de consenso, cuidado y diálogo”, dice.
“No se trata de reciprocidad, se trata de honestidad, respeto, de no herir los sentimientos del otro, de ser real. Se trata de saber que lo que no significa nada para ti, para el otro, puede significar todo. Se trata de valorar los sentimientos ajenos”.
Algunos ejemplos de carencia de responsabilidad afectiva
Uno de los ejemplos de carencia de responsabilidad afectiva es el Ghosting o fantasmear, que es la acción de terminar una relación cortando toda comunicación repentinamente, lo que crea una idea de inseguridad en la persona a la que “terminaron”.
Otro término es Gaslighting, que significa invalidación de la persona en todos los sentidos, desde sus sentimientos hasta su físico.
Más acciones que pueden identificar a una persona que no se responsabiliza de sus sentimientos son las que crean promesas que no cumplirán, dan falsas esperanzas, dañan con actos o palabras e invalidan a su pareja y aquellos que están a su alrededor.
“La responsabilidad afectiva abarca desde relaciones sociales comunes hasta de pareja”, señala la experta.
Finalmente, Oregel Mendoza, nos comparte un ejercicio reflexivo con algunos puntos de aprendizaje que podemos tomar en cuenta a manera de practicar la responsabilidad afectiva:
- Identifica lo que te gusta y lo que no te gusta.
- Comprende que la otra persona tiene sentimientos y necesidades y que también quiere ser escuchada.
- Mejora tu comunicación asertiva y con empatía.
- Nada es obvio, debemos cuidarnos de las suposiciones.
- Establece límites y acuerdos desde el amor propio; hay que saber cuándo retirarnos de algún lugar.
- Aprende a ubicar cuál es tu responsabilidad, cuál no y cuáles les pertenecen a otros.
- Sé honesto.