Hoy, al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), dirigido por José Antonio González, se le está presentando un problema que puede convertirse en escándalo si no actúa con rapidez e inteligencia.
Resulta que hace unos meses venció la patente del medicamento Efavirenz, y en automático el IMSS canceló el contrato con Merck Sharp and Dohme (MSD), que lo abastecía bajo adjudicación directa. Lo obvio es que si ya no había contrato con el fabricante del innovador, el Instituto debía haber asegurado otra opción para adquirir el respectivo genérico de dicho medicamento.
El problema es que ninguna empresa farmacéutica se animó a pedir la solicitud para el genérico de Efavirenz; sólo hay una extranjera. No hay laboratorios nacionales que ofrezcan el respectivo genérico, y como en materia de genéricos la ley obliga a dar preferencia a proveedores nacionales, el IMSS se ha quedado por el momento sin proveedor de dicho fármaco, y sólo le queda lo que tiene en inventario.
Los pacientes de VIH están indignados, con toda razón, de que el IMSS empezó a tener problemas de desabasto de Efavirenz en ciertos estados, cuando las agrupaciones de pacientes advirtieron al organismo con bastante anticipación de que lo previnieran para que justo ello no sucediera. Quedarse sin alguno de los antirretrovirales para un paciente con VIH es muy delicado, porque se les cierran sus opciones de tratamiento y les puede costar la vida.
Conforme a la ley, el IMSS está obligado a que previo a cualquier contratación deberá identificar necesidades, verificar y reservar existencias y ajustar cantidades, lo cual evidentemente en este caso no se llevó a cabo. Y a las agrupaciones de pacientes esto les hace pensar que hay dolo en las decisiones de este organismo contra los pacientes de VIH. Las agrupaciones de pacientes cada vez están más empoderadas y activas, y las que reúnen a enfermos de VIH sida son de las más exigentes no sólo en México, sino en todo el mundo.
En el IMSS deben tener muy claro ese empoderamiento de las agrupaciones de pacientes, pero no les han hecho mucho caso, y José Antonio González debería estar muy pendiente de la situación. De los 80,000 pacientes con VIH en México, cerca de 30,000 son atendidos por el IMSS, y los que necesitan la terapia con Efavirenz son unos 15,000.
Para proceder a adjudicación directa, dado el vencimiento de la patente, el IMSS tiene que declarar desiertas la primera y segunda vuelta de licitaciones, pero ello no es de un día para otro. El temor de los enfermos es que la mayor crisis de desabasto llegue entre enero y febrero. De por sí, a principio de cada año siempre hay riesgo de desabasto por la terminación de contratos con laboratorios.
En Veracruz, decenas de pacientes de VIH ya se quedaron sin tratamiento por dos semanas, y ya también empezaron a quejarse en Yucatán, Estado de México, Jalisco y Tabasco.
El punto es que si el IMSS no logra resolverlo cuanto antes, tendrá que recurrir a otra opción, que es la pastilla única, mucho más cara que la de Efavirenz prescrita en combinación con otros antirretrovirales. Y de llegar a eso, al IMSS le resultará tres veces más costoso, cuando pudo haberlo evitado.