noviembre 20, 2024

Mitos y realidades sobre los parásitos intestinales

Plenilunia Salud Mujer
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Desde hace siglos ha existido una auténtica preocupación por eliminar del organismo los bichos y lombrices que se instalan en el sistema gastrointestinal. Un claro ejemplo de ello es que desde la antigüedad y hasta nuestros días se han utilizado remedios naturales y caseros con el objetivo de erradicarlos, ya que suelen causar molestias que afectan la calidad de vida de las personas.

Un recurso muy popular entre algunas de las abuelas es el uso del epazote y el tomillo en ayunas, es decir, recomiendan ingerir por las mañanas una infusión de dichas hierbas para desparasitar. Sin embargo, se ha comprobado que estos remedios tradicionales son altamente peligrosos.
El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), ha manifestado que el uso de remedios caseros para desparasitar sin consultar al médico es un grave problema de salud pública. Esta instancia reporta que el uso del epazote crudo, en té o en agua, ingerido en exceso, puede causar graves daños, tanto en niños como en adultos, que van desde náuseas, vómitos e intenso dolor abdominal y de cabeza hasta trastornos neurológicos con crisis convulsivas, parálisis y, en casos extremos, coma.

Por todo esto, y con la finalidad de conocer más sobre este tema, expertos nos aclaran las dudas más comunes acerca de algunos mitos sobre amibas, lombrices y otros bichos intestinales.

Cuando las personas rechinan los dientes por la noche es porque tienen bichos en la “panza”.


Mito.
Quizá una de las creencias más extendidas, sin embargo, completamente falsa. El rechinido puede provocarlo la tensión. Así como hay personas que roncan, hay otras que rechinan los dientes al dormir.

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Salivar o babear de manera excesiva al dormir es síntoma de la presencia de parásitos intestinales.


Mito.
Tampoco hay relación alguna. Si la gente babea por las noches es porque se relaja y abre la boca. Aún despiertos, si uno se quedara un un rato con la boca abierta, también salivaría abundantemente.

Cuando un pequeño tiene el estómago abultado se dice: “Ese niño tiene panza de lombriciento”.


Realidad.
Las personas con parásitos intestinales pueden presentar, entre otros síntomas, distención abdominal, por lo que si un niño muy delgado tiene el abdomen inflamado, existe una probabilidad, entre otras muchas, de que esto se deba a la presencia de lombrices, y otros parásitos intestinales.

Los bichos provocan flatulencias.

Realidad. Si bien no se puede culpar siempre a los parásitos intestinales de causar gases a las personas, pues éstos dependen también de la dieta que se siga, es un hecho que son uno de los principales síntomas de parasitosis intestinales.


Si te pica la “colita”, tienes lombrices.

Realidad. Existen ciertos parásitos intestinales, sobre todo algunas lombrices, que provocan este tipo de síntomas. Por ejemplo, los oxiuros provocan comezón en la piel del ano al desovar, por lo que es común presentar picazón en la región perianal.

Los parásitos intestinales son causantes de fatiga y cansancio.

Realidad. Sin duda es otro síntoma de la presencia de parásitos, pues algunas lombrices -como las uncinarias- se alimentan de sangre y de la comida que ingieren las personas, lo que en niños pequeños también puede ocasionar retraso en el crecimiento y dificultades de aprendizaje. Sin embargo, la sola presencia de fatiga no se puede atribuir en todos los casos a una enfermedad parasitaria.

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La desparasitación se recomienda sólo en época de calor.

Mito. Si bien es cierto que en época de calor se presenta mayor incidencia de parásitos intestinales, pues algunos se reproducen con mayor facilidad en un clima caliente/húmedo, también lo es que debemos desparasitarnos en cualquier época del año. En este sentido la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda desparasitar a toda la familia cada seis meses se tengan síntomas o no.

Los tratamientos de desparasitación son muy agresivos, por lo que después de tomarlos, es necesario quedarse varios días en casa.

Mito. Hace algunos años había tratamientos muy largos –de hasta veintiún días– y tenían muchos efectos secundarios. Sin embargo, actualmente existen tratamientos seguros y eficaces de un solo día, que no provocan malestar alguno y que en una sola toma eliminan los parásitos gastrointestinales más comunes de niños y adultos.

Los bichos se transmiten a través de un beso.

Mito. La saliva no es transmisora de parásitos intestinales. Sólo una mala higiene puede contribuir a la transmisión de estos bichos, ya que se encuentran en las heces fecales.

Al desparasitarse se evacúan lombrices.

Mito. Esto sólo sucede en los casos de las personas infectadas con lombrices. Incluso, éstas se evacuarán de manera regular sin la ayuda de un desparasitante.

Los animales transmiten parásitos intestinales a los humanos y viceversa.

Mito. Los humanos y los animales tienen sus propios parásitos intestinales. No obstante, las mascotas pueden volverse portadoras de los parásitos de los humanos y por tanto, un elemento más de la cadena de contagio.

Si al comer se presenta dolor de estómago es porque se tienen bichos.

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Mito. El dolor de estómago puede ser por muchas razones, desde un cólico o una indigestión hasta una enfermedad grave. En este caso es siempre importante no tomar medicamento para el dolor y acudir con el médico para evitar enmascarar un padecimiento más grave.

Las personas que extreman precauciones en su higiene están libres de parásitos intestinales.

Mito. Si bien es cierto que el riesgo de contagio es menor cuando se tienen los correctos hábitos de higiene, también lo es que al ingerir agua o alimentos contaminados con los huevecillos de algunos bichos las personas pueden infectarse y convertirse en portadores de estos organismos.

El Dr. Romero Feregrino, pediatra e infectólogo, asegura: “Es importante hacer de la desparasitación un hábito familiar que se lleve a cabo cada seis meses, no obstante, si después del tratamiento algún síntoma como gases, inflamación o irregularidad en las evacuaciones (ya sea diarrea o estreñimiento) persiste, se debe acudir al médico para que éste evalúe al paciente y prescriba el tratamiento adecuado”.

Fuente

• www.vermox.com

• Dr. Raúl Romero Feregrino, Médico Cirujano con especialidad en Pediatría e Infectología Pediátrica por el Instituto Nacional de Pediatría y actual Profesor adjunto de la materia de Microbiología y Parasitología en la Escuela Médico Naval.

• www.ssa.gob.mx

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