Podemos afirmar que el amor, sin lugar a dudas, es algo significativo en nuestras vidas, que consideramos importante contar con el afecto de nuestra gente cercana, desde padres, hijos, amigos, hasta compañeros de trabajo. Sin embargo, nos puede sonar algo descabellada la idea de que esto es algo esencial sin lo cual no podemos vivir. Es más, habrá quienes aseguren que lo único que es realmente indispensable es el oxígeno, el agua y el alimento, como lo es para la mayoría de los seres vivos. No obstante, no podemos dejar de lado el que hay “algo” que nos hace humanos y que nos distingue de las otras criaturas de la Tierra.
Y sí, es evidente que no morimos si no tenemos una pareja, hijos o si tenemos una mala relación con los hermanos…incluso, podemos sobrevivir sin amigos. No obstante, me atrevo a afirmar que todos los seres humanos, necesitamos al menos una cierta cantidad de afecto en nuestras vidas para poder subsistir. A continuación muestro unas cuantas evidencias de ello.
El psicoanalista Rene Spitz comprobó que los niños recién nacidos que no reciben ningún tipo de estímulo cariñoso por parte de sus cuidadores, mueren. Esto es conocido como “hospitalismo” y demuestra que los niños, aún cuando cuentan con los cuidados básicos de alimentación y limpieza, requieren de cariño (ya sea por parte de su madre, enfermera o cuidadora) y que si no lo tienen, mueren. Y aunque esto se refiere específicamente a niños pequeños, algo similar ocurre cuando una persona está profundamente deprimida. Cuando alguien sufre de depresión siente que nada le hace feliz y que su vida vale muy poco, cuando, en apariencia, tiene todo lo que necesita”, como un trabajo estable o una buena posición económica.
Cuando una persona enfrenta una depresión siente un gran vacío y piensa que no es suficientemente bueno para ser amado por los demás. En otras palabras, podemos afirmar que esta persona siente una gran carencia en relación a sus necesidades afectivas lo cual le genera sufrimiento, enfermedades e, inclusive, la muerte (como ocurre en el caso de un suicidio).
Por otra parte, se ha comprobado que algunas personas tienen una enorme capacidad de superar grandes adversidades, recuperarse y desarrollar una vida sana, a pesar de vivir en un medio estresante, esto es conocido como “resiliencia”. Esta habilidad no depende únicamente de la persona en cuestión, al contrario, es necesaria la presencia de alguien más, de alguien que apoye a esta persona, que le haga sentir valiosa y querida, como puede ser un padre o una madre, un tío, una maestra… Lo importante es su presencia y la forma en la que apoya a quien lo necesita.
Hasta ahora he hablado de todo lo que deben de hacer “los demás” para cubrir mis necesidades afectivas: mis padres, mi pareja, mis amigos. No obstante, para que éstas estén cubiertas no basta con ser un “recipiente” pasivo que recibe afecto. Por el contrario, para adquirir plenitud en esta área de nuestra vida, es necesario sentirme útil, capaz de amar a los demás y percibir que mi vida tiene sentido. Es decir, no basta con que alguien más me demuestre su cariño y se preocupe por mí, sino que yo necesito de igual forma demostrar mi capacidad de dar afecto, de ser útil para los demás y así sentirme valioso.
Existen distintas necesidades afectivas y no es posible enlistarlas por orden de importancia, ya que cada individuo determina cuál es más valiosa o prioritaria para él, dependiendo de su personalidad y, sobre todo, de las experiencias que haya tenido a lo largo de su vida. Sin embargo, sí podemos hablar de algunas metas básicas presentes en todo ser humano. Para ello, enlisto las 8 virtudes descritas por el psicoanalista Eirk Erikson las cuales pueden ser alcanzadas a lo largo del desarrollo del ser humano:
• Confianza básica (en el mundo que nos rodea),
• Autonomía, iniciativa (ambición, propósito),
• Industriocidad (sentirse capaz),
• Identidad,
• Intimidad,
• Generatividad (sentirse útil para los demás)
• Integridad (sentirse satisfecho con lo que uno es y lo que ha hecho).
Cada persona tendrá necesidades afectivas distintas, dependiendo de las experiencias que ha vivido y la etapa de su vida en la que se encuentra. No obstante, lo que todos tenemos en común es la necesidad tanto de DAR como de RECIBIR afecto de nuestros seres queridos. En otras palabras, y citando a John Lennon y Paul McCartney, quizá “lo único que necesitamos es amor”.