Contesta estas preguntas: ¿Hace cinco años, pensabas verte como te ves en este momento?, ¿Esperabas tener el trabajo que tienes?, ¿Esperabas vivir la situación sentimental que estás viviendo? En pocas palabras: ¿Es esto lo que planeaste para tu vida?
Si la respuesta es no, quizá se deba a que, en realidad, no planeamos nuestro futuro, no estamos acostumbramos a hacer un proyecto de vida. Muchos seres humanos nos movemos en la vida casi por costumbre, por inercia o porque creemos que es así como debemos hacerlo, o peor: Ni siquiera nos preguntamos por qué lo hacemos, sólo lo hacemos. Pero, cuando nos damos cuenta de que no nos gusta nuestra situación actual, entonces nos enojamos y buscamos a quién culpar, en lugar de hacernos responsables. No nos damos cuenta que el motivo de esta situación radica en la falta de planeación en nuestra vida.
Viktor E. Frankl, psicólogo vienés sobreviviente de cuatro campos de concentración nazis, se cuestiona sobre la finalidad de la vida. Él hace una pregunta: ¿Para qué vivimos si un día tendremos que morir? Este autor cree en la capacidad de los seres humanos para lograr encontrar el sentido de la vida bajo cualquier circunstancia, aún en las más extremas. Frankl menciona que si el ser humano no posee una meta, se encontrará en un vacío existencial que lo puede llevar a un enojo con la vida y hasta la pérdida de las ganas de vivir. Frankl menciona que para realizar cualquier cambio, es necesario tener voluntad. Ésta es la herramienta esencial para hacer cualquier cambio, sin importar la educación, el nivel socioeconómico, la cultura o las características físicas. Él cree que no estamos “atados” a un destino y que nosotros somos los diseñadores de nuestra vida.
Una forma de encontrar una meta y poderla llevar a cabo es por medio de la planeación. Para esto, necesitamos un proyecto de vida que consiste en una serie de pasos, generalmente, interrelacionados con otros proyectos. Se puede hacer sólo un proyecto o varios al mismo tiempo. Algunos pueden ser a corto plazo y otros a mediano, o largo plazo.
¿Cómo se lleva a cabo un proyecto de vida?
Primero, debemos tener uno o varios objetivos —No se recomienda que sean más de cuatro—. En ellos describiremos qué es lo que queremos obtener. Al escribirlos debemos ser claros, concisos, y ponerlos en positivo. Por ejemplo: Quiero sustituir mi trabajo por otro que me proporcione libertad de horario.
Posteriormente, debemos revisar cuáles son las herramientas con las que contamos en este momento para poder hacer el cambio deseado. Pueden ser, en este caso, amigos, educación, etc. Asimismo, debemos escribir cuáles de nuestras cualidades nos podrían ser útiles.
Después tenemos que ver qué es lo que nos hace falta para lograr nuestra meta: Capacitación, contactos, dinero, etc.
Siguiente paso: Tendremos que trazar objetivos a corto plazo, encaminados al logro del objetivo mayor. En ellos pondremos los pasos que debemos seguir y en cuánto tiempo esperamos que se puedan alcanzar.
Por último, se sugiere trazar los objetivos en una libreta o agenda, señalando las fechas tentativas en las que creamos que los objetivos puedes ya estar cubiertos, y hacer tres evaluaciones. En caso de que el proyecto que estamos planeando sea a un año, por ejemplo, podemos hacer nuestra primera evaluación a los tres meses; la segunda a los seis y, a los doce, la tercera. Pero ahí no queda todo, porque si en la primera evaluación nos damos cuenta de que nuestros objetivos no se están cumpliendo, es porque no fueron bien trazados y es necesario reformarlos. Como todo en la vida, si las cosas no funcionan, hay que corregirlas y continuar.
A groso modo, estos son los pasos para realizar un proyecto de vida. Quizá creas que es muy complicado o laborioso y, ciertamente, puede que así sea, pero se trata de tu vida, sólo por ello, merece la pena.. Si sientes que estás atorado y no encuentras salida, es válido pedir ayuda a un especialista para que juntos encuentren las decisiones que te ayuden a vivir de una forma más agradable, sintiéndote bien contigo mismo.