¿Qué miras cuando cierras los ojos?
¿Con qué ojos miras cuando ves visiones, cuando sueñas o cuando meditas?
La vista es más que solamente ver. También es percibir, sentir, comprender y saber. Tu percepción es invariablemente coloreada por tus emociones. Miras el mundo en acorde con tu historia, tu educación, y tus creencias religiosas. Es raro que dos personas vean el mundo de la misma manera. El milagro es cuando podemos comunicar nuestra visión, y nos damos a entender.
Las dificultades de visión frecuentemente tienen que ver con emociones reprimidas, miedo, o rechazo del mundo externo.
Nuestra visión puede ser afectada por el trauma a tal grado que puede distorsionar la percepción. Especialmente es el caso con niños, quienes miran el mundo con ojos muy abiertos, que se van cerrando y bloqueando en la medida que experimentan la violencia de afuera y la interiorizan. Tantas horas de mirar televisión.
Las peleas en casa, o escenas que abruman sus emociones, pueden tener efectos devastadores en un niño, generando que cierre sus sentidos internos y cree un mundo interno de fantasía, donde todo está bien.
Deborah Shapiro, en Your Body Speaks Your Mind (Tu cuerpo habla tu mente) dice que a los niños con visión distorsionada frecuentemente les ponen lentes para corregirlos, cuando lo que necesitan es ayuda con sus problemas emocionales. Los problemas con los ojos muchas veces están conectados con lo que ha sido percibido, más que con aquello que ha sido visto. La visión entonces puede ser recuperada con consejos amorosos.
A través de los ojos puedes ver tus alrededores, percibir las emociones de otros, saber qué está ocurriendo. Eres vista y conocida por otros, y tus emociones son transparentes a quien las sabe leer. Esta es una comunicación de ida y vuelta con información que entra y sale constantemente del cerebro.
Las imágenes creadas por el impulso nervioso son enviadas al cerebro por la retina, así es que la claridad de visión no depende tanto de los ojos, como en el tener un sistema nervioso que funcione correctamente.
La vista también tiene que ver con ver adentro de nosotras. Dicen que nuestro cerebro no distingue la diferencia entre lo que está adentro y lo que está afuera. Por lo que podemos pensar que lo que vemos, es lo que “es.” ¿Por qué cuando pensamos en comprar una marca de coche de repente aparecen más de estos en la calle? ¿Por qué cuando queremos tener un hijo, observamos más mujeres embarazadas? Todo está allá afuera. Tu sentido interno bloquea gran porcentaje de lo que hay, para que puedas lidiar con lo que te concierne a ti en particular.
Si no te sientes cómoda con lo que ves, tu visión puede distorsionarse para hacer tu mundo más aceptable. Puedes negar o cerrarte de la visión, viendo solamente lo que está frente a ti y no viendo lo que tienes más adelante, o puedes solamente ver el largo plazo sin tomar en cuenta los detalles inmediatos.
Hay momentos críticos en nuestra vida en los que podemos ver claramente. Unos agradecen la visión, y logran salir de situaciones estancadas, o amenazantes. Otros prefieren volver a cerrar los ojos. Son gente ciega, que puede ver, pero no quiere. Cuando una persona – de niña o adulta– decide que no quiere ver, y cierra su función visual, luego ya no sabe cómo volver a abrirla. Con el tiempo, esa persona puede perder la vista física.
Para evolucionar, es necesario atravesar los bloqueos. Mirar a través de las diferencias para encontrar la unidad.
Con un microscopio, puedes observar partículas extraordinariamente pequeñas, el mundo interior del planeta. Puedes mirar a través del más poderoso telescopio hacia fuera, al vasto mundo de las galaxias infinitas, y sentir asombro. Puedes mirar a tu gente más cercana y sentir horror. O sentir seguridad.
Lo “visible” por el ojo humano es limitado a un muy pequeño rango dentro de un universo que va desde las frecuencias bajas pasando por infrarrojo y ultravioleta hasta los rayos cósmicos. El ser humano puede enfocarse en infinitos puntos de la existencia. He ahí un verdadero libre albedrío. Tu vista, entonces, se vuelve tu visión.
¿Dónde eliges mirar? ¿Qué eliges no mirar?