Los expertos al principio recomendaban los trasplantes cocleares solo a las personas que habían perdido la audición por completo. Sin embargo, con los años, las investigaciones demostraron que los implantes cocleares pueden servir para las personas que todavía escuchan un poco, en especial a quienes tienen dificultad en entender lo que se dice en situaciones cotidianas pese a los audífonos nos explica el Dr. Matthew Carlson, Otorrinolaringología de Mayo Clinic.
El oído se divide en 3 áreas:- oído externo
- oído medio
- oído interno
Las ondas de sonido atraviesan el oído externo y producen vibraciones en el tímpano que, junto con los 3 huesecillos del oído medio, transmite esas vibraciones para que lleguen al oído interno. Dentro del oído interno, las vibraciones pasan por el líquido de una estructura semejante al caparazón de un caracol, conocida como cóclea.
Los nervios de la cóclea contienen miles de cilios (vellos diminutos) que ayudan a traducir las vibraciones sonoras en señales eléctricas que se envían al cerebro a través del nervio auditivo. Las vibraciones producidas por los distintos sonidos afectan de forma diferente a los cilios, lo que hace que las células nerviosas envíen señales distintas al cerebro y que se pueda distinguir entre uno y otro sonido.
Según el Dr. Matthew Carlson, “en la mayoría de las personas con pérdida auditiva, los cilios de la cóclea están dañados o ausentes, por lo general debido a la edad, a la exposición a ruidos altos o a motivos genéticos. Eso significa que las señales eléctricas no se transmiten bien al cerebro y, como resultado, se pierde la audición. El implante coclear obvia los cilios que ya no funcionan y permite al cerebro percibir los sonidos nuevamente”.
El implante se compone de dos piezas:
- un procesador externo que encaja dentro de la oreja
- un receptor interno que se coloca debajo de la piel detrás de la oreja
El procesador captura y procesa las señales sonoras y luego las envía al receptor que, a su vez, manda las señales a unos diminutos electrodos colocados directamente en la cóclea durante la implantación del dispositivo. El nervio auditivo recibe esas señales y las dirige al cerebro, donde se interpretan como sonidos. Todos los componentes del implante coclear son pequeños y el procesador que encaja dentro de la oreja se parece a un audífono. Gracias a su pequeño tamaño, estos dispositivos resultan discretos, sobre todo en quienes tienen cabello largo.
Al referirse a la colocación del implante coclear requiere de un procedimiento quirúrgico ambulatorio y corto, en el que se hace una incisión detrás de la oreja para introducir el dispositivo. En la mayoría de las personas, la cirugía ocasiona muy pocas molestias y el riesgo general es bajo. El dispositivo por lo general se enciende varias semanas después de la cirugía y después de hacerlo, la persona logra escuchar, aunque la audición continúa mejorando durante los siguientes 6 a 12 meses.
Los médicos u otro profesional médico especializado en la pérdida de la audición pueden evaluar cada caso y determinar si el paciente es buen candidato para un implante coclear. “La gran mayoría de las personas a quienes se les coloca un implante coclear logra comunicarse mejor con la gente a su alrededor y participar de manera más completa en las conversaciones y en otras actividades cotidianas que requieren poder escuchar claramente”, afirma el Dr. Carlson.