Durante la contingencia por COVID-19, la UNICEF México hizo referencia al reto que ha significado la educación a distancia para los docentes, aunque también manifestó que se trata de una oportunidad de aprender a utilizar nuevas herramientas.
En un análisis sobre el impacto de la pandemia al sistema educativo mexicano y al uso de la tecnología, Germán Álvarez Mendiola, jefe del Departamento de Investigaciones Educativas del Cinvestav, señaló que la emergencia sanitaria tomó por sorpresa a la educación y su respuesta fue improvisada, basadas en cosas que sabía hacer, pero con carencias en la capacidad de enseñar y aprender, así como con problemas de tipo económico-administrativo.
Un problema es la desigualdad socioeconómica, que se expresa en el acceso a la tecnología, porque datos de 2017 indican que 4 de cada 10 estudiantes contaban con al menos una computadora y en la misma proporción 3 con internet; además, se comparte con otros familiares. Solo tienen servicio educativo quienes cuentan con acceso a la tecnología, eso cambia cuando se usa la televisión abierta, pero muchos hogares no cuentan con ella.
Durante la pandemia ha predominado la idea de salvar el año, el programa y garantizar el currículo oficial, contenido en los libros de texto, con su distribución mediante nuevas tecnologías; se supuso que sería sencillo suplir la falta de escuelas actividades mediadas por internet, televisión o radio, como un traslado de la escuela hacia la casa, con prácticas educativas muy parecidas a las que se realizan en las aulas.
La pandemia brindó una oportunidad que no se aprovechó: estudiar para comprender los fenómenos de la vida, ser capaces de actuar sobre ellos y cuidarse a sí mismos. El COVID-19 implica temas biológicos, médicos, sociológicos, políticos, culturales y económicos que podrían haberse introducido para que niños, jóvenes y adultos, comprendieran creativamente.
“Se requiere una pedagogía solidaria que ponga en el centro el desarrollo de individuos críticos y propositivos ante las circunstancias de sus entornos, lo que podría haber fortalecido una visión de formar ciudadanos capaces de incidir en su propia realidad social y económica, para contribuir a los cambios que se requieren en el país”, explicó Álvarez Mendiola.
Por otro lado, mencionó, que la escuela tiene muchas más funciones de las que normalmente se piensa y muchas de ellas no se pueden trasladar a la casa, ni siquiera las aparentemente más sencillas como enseñar, porque los padres no son maestros y en algunos casos cuentan con menor escolaridad que sus hijos; la tendencia fue realizar más o menos lo mismo, pero por diferentes vías.
Ha prevalecido una concepción de la enseñanza y aprendizaje obsoleta, con secuencias lineales, elementales y básicas que parten de supuestos pedagógicos erróneos. Aprender resulta más complejo, es la adquisición de sentido del significado de un concepto o fenómeno e implica procesos mentales para confrontar lo que sabe o imagina con nuevo aprendizaje formulando hipótesis y ese es el material importante de trabajo.
“El sistema educativo mexicano desdeña la importancia que tiene la generación de preguntas del alumno, a partir de lo que sabe o imagina y de hipótesis que va formulando en el camino, por ello su aprendizaje muestra muchos problemas, expresados en una formación deficiente, y en los malos resultados del país en pruebas internacionales”, sostuvo Germán Álvarez.
En las clases a distancia las tecnologías digitales que se tomaron como una vía para distribuir servicios educativos, pero carentes de un impacto educativo positivo, porque se usan en un paradigma educativo acartonado, acumulativo de conocimiento y no atento al desarrollo cognitivo; en sí mismas, las tecnologías no ayudan a fortalecer la educación.
Se pueden usar celulares o computadoras pero al carecer de un propósito definido no sirven en la formación de ciudadanos que interactúen positivamente; sin un sentido educativo, sólo sirven como entretenimiento, comercio u otras cosas. Se debe decir sí a lo digital, pero en el aspecto educativo es conveniente tener una idea clara sobre su objetivo.
“Durante la emergencia, la educación también ha enfrentado falta de capacitación de los maestros para emplear la tecnología en su trabajo docente; tuvieron que improvisar, algunos lo hicieron bien con novedad, creatividad e imaginación, pero la mayoría siguió la pauta de repetir contenidos, formular algunas preguntas, generar actividades rutinarias para dar respuesta y pedir una ‘entrega’, como si eso constituyera el proceso de aprender”, señaló el también presidente del Consejo Mexicano de Investigación Educativa[.]