Testimonio de Consuelo Austin y su cáncer de mama (Parte II)

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Testimonio de fortaleza

Debido a mi insistencia, el martes 3 de julio del 2001a las 7:30 a.m. estaba en cirugía. Al terminar la operación, los médicos me informaron que no les había gustado el tejido en patología, que habían quitado el cuadrante donde estaba “la lentejita” y que había que esperar 24 horas para saber los resultados. Si era cáncer tendrían que intervenirme de nuevo el jueves a las 11 a.m. para quitarme el pecho y los ganglios.

Hablé con mi familia y les dije que yo era diferente a mi hermana Mónica, que lo peor que podría suceder es que tuviera cáncer, que me quitaran mi pechito y los ganglios, que me dieran quimioterapias, que se me cayera el pelo, pero que lo más importante era que tuviera VIDA y que Dios me diera una segunda oportunidad de VIVIR. Que estaba dispuesta a luchar contra todo para tener VIDA.

La noticia provocó que mi rebeldía saliera a flote. Mi hermana Mónica había sufrido cáncer de mama, pero su silencio y su hermetismo para hablar del tema provocaron en mí, que la cuide durante diez años, un “cáncer en el alma”. El esconder una verdad en lugar de aceptarla como parte de tu destino, era aún más duro que el propio cáncer. Así que yo decidí manejarlo de manera diferente, radicalmente opuesto a cómo lo vivió ella y así se los comuniqué a mis familiares. Obviamente ellos también estaban asustados, nadie quería volver a pasar por el dolor y el desgaste que vivimos con Mónica.

Llegó el mentado día y efectivamente fueron malas noticias, lloramos juntos y lo único que mis hijos me pedían era que no querían que me dieran quimioterapia para no verme sufrir como a su tía Mónica. Les contesté que yo era diferente y que todo iba a estar bien.

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Cuando me fui a quirófano pidiéndoles a todos que por favor cuando saliera de la cirugía, me recibieran con una sonrisa, por esta segunda oportunidad que me daba la vida. No quería caras de entierro, ni de velorio, como lo habíamos vivido anteriormente, sino por el contrario, quería una actitud positiva y llena de esperanza.

Mi misión en esta vida aún no terminaba, yo iba a vivir y mi destino no sería igual que el de mi hermana Mónica. Yo no iba a callar, ni a paralizarme por el miedo de la enfermedad que padecía, iba a enfrentarlo abiertamente, sin tapujos, sin tabúes, sin prejuicios. Tenía cáncer y aunque no era bienvenido, tampoco era una maldición o un castigo.

Cuando fui a que me quitaran la sonda del drenaje, el doctor me dijo; -hace más de 15 años que no he dado una noticia de estas; -Señora, gracias a Dios, a su necedad y terquedad usted está curada, no necesita ningún tratamiento de ninguna clase. –OH! Gracias a Dios bendito, mil gracias doctor por salvarme la vida y me contestó; -déle las gracias a Dios y a usted, ojala siempre pudiera decirles esto a todos mis pacientes.

Así fue… estuve muy bien, con mucha alegría de vivir, aunque tuve momentos tristes donde lloraba mucho, pero esas lágrimas me servían para sanar el dolor que me había provocado la enfermedad, nunca dejé que la experiencia se convirtiera en sufrimiento. Ya no podía darme el lujo de hacer sufrir a los que tanto amo, ya la vida nos había pegado muy duro últimamente, como para contribuir con más.

En esta vida tenemos dos caminos para recorrerla y vivirla, uno es por la mala y con actitud negativa, y el otro es por la buena y con una actitud positiva.

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Por la mala, me habría convertido en una víctima más de esta maldita enfermedad, dejando que mi mente y mi corazón se llenaran de amargura, tristeza, angustia, sufrimiento y temor, pensando solamente en la muerte, y llevándome entre las patas a mis familiares y a todos los de mí alrededor.

Por la buena, que fue la opción que elegí, salir adelante con mucha fe en Dios de que todo iba a estar bien, agradecida por esta segunda nueva oportunidad de vida para encontrar un nuevo sentido a mi existencia y tal vez descubrir una nueva misión.

En esos momentos nunca me imaginé que mi misión de HOY es compartir mi experiencia personal para ayudar a mujeres sobrevivientes de cáncer de mama, dándoles Apoyo Emocional, escribir un manual para compartir mi historia, para darles una esperanza de vida, de que sí se puede salir adelante y sí se puede reconstruir una nueva vida feliz, a pesar de vivir con el fantasma del cáncer de mama.

También ser el reloj despertador por medio de pláticas de la importancia de la autoexploración de senos, a todas nuestras mujeres mexicanas, para que aprendan a cuidar y amar su cuerpo. Ya que el cáncer detectado a tiempo sí es curable.

Con esta actitud positiva, he logrado renacer en la luz. Ha sido un despertar a la conciencia dejando de desperdiciar mi vida en quejarme por situaciones tontas e intrascendentes que sólo me quita mi energía positiva. HOY desperté a la vida, dejé de sobre-vivir mediocremente, HOY lucho con la vida, y dejé de luchar contra ella. Gracias a mi necedad y terquedad estoy curada.

Nunca me he cuestionado el ¿por qué a mi?, ya que estoy convencida que, con el ¿Por qué? nunca voy a encontrar la respuesta, así que mejor me cuestioné ¿Para qué a mi? Y ahí sí he encontrado respuestas. Una de ellas es amar la vida, amarme a mi misma, cosa que no lo había logrado nunca, enmendar mis errores del pasado, perdonarme y perdonar a los que me lastimaron.

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Ahora comprendo más y juzgo menos, me ha ayudado a superarme como ser humano, esposa, madre, hija, hermana y amiga. A ver la vida como una gran aventura, en la cual así como voy a encontrar días felices, también encontraré días tristes y nublados, obstáculos que vencer y en lugar de problemas, hoy veo oportunidades y desafíos para resolver.

Trabajo todos los días en cambiar mi vocabulario mental, por ejemplo: en lugar de tengo cáncer, tuve cáncer, todo lo dejé en el pasado, ya que hoy por hoy estoy sanada y curada.

También una actitud muy importante es que cuando me veo la cicatriz, no la veo ni la siento con ojos de lo que tuve, ni de una mutilación (confieso que a veces si, ya que la extraño mucho y es muy difícil pero no imposible aceptarte y acostumbrarte a no verla) sino, la percibo que gracias a esta cicatriz tengo vida, gracias a ella estoy viva, que es mi pasaporte de vida, y gracias a ella tengo mucho por agradecer y hacer. Trabajando con mi mente y con mis pensamientos, puedo lograr tener sentimientos positivos y por consecuencia tengo actitudes positivas.

Te invitamos a que leas la primera y tercera parte de este testimonio

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Escrito por

Redacción, Plenilunia Sociedad Civil Fundada en el año de 2004, Plenilunia es una Sociedad Civil cuyo objetivo es fomentar el bienestar y la salud integral de la mujer.

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