Un día sin maquillaje es un día improductivo, inhabilitado e inservible.
El maquillaje no lo es todo, lo sé; pero ayuda a tapar las nulas ganas de salir a vivir. Y cuando lo olvidas en casa o lo mantienes oculto en el cajón, suele llamarte por las mañanas, porque si no llega la necesidad de ocultarte tras él, te dejaría tirada en cama, caliente o fría, a la mitad del día y hasta la noche, para no mostrarte.
Yo llevo maquillaje a todos lados: a la fiesta en la que tienes que aparentar, al trabajo, lo traigo en la calle; hasta me lo pongo en el metro, donde las ilusiones son más desesperanzadas que en cualquier otro lugar. La vida exige a todos ponernos maquillaje, pero hay de cantidades a cantidades. Hay de personas con padecimientos que necesitan poquita sombra de ojos, y enfermedades que ameritan un tono más rojo en los labios, para que no destaquen en el rostro.
Un día sin maquillaje es un día improductivo, inhabilitado e inservible. Benditas las personas que pueden estar al natural, sin un trastorno mental qué maquillar.
El maquillaje no lo es todo, pero es todo lo que tengo hoy[.]