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Las emociones se caracterizan por una respuesta en el funcionamiento de nuestro cuerpo. Aprender a identificar cómo se siente la ira, el enojo, el miedo, la tristeza, entre otras, nos puede ayudar a saber si hay problemas en nuestro interior y a pedir ayuda si es necesario.
Fernando Chávez Arredondo, profesor de tiempo completo de la Universidad Pedagógica Nacional, quien dedica sus investigaciones a la educación sensorial, sexualidad y danzaterapia nos enseña a reconocer esas sensaciones en nuestro cuerpo.
- Enojo. Aumenta el flujo sanguíneo en las manos, el ritmo cardiaco y se eleva la adrenalina, lo cual genera una gran cantidad de energía.
- Miedo. El rostro se pone pálido y hay una sensación de quedarse frío. La sangre fluye a los músculos como para favorecer la huida. El cuerpo parece paralizarse por un instante para poder medir el peligro. Las conexiones nerviosas de los centros emocionales del cerebro desencadenan también una respuesta hormonal, es decir, liberan una serie de sustancias que ponen al cuerpo en estado de alerta general, inquietándolo y preparándolo para la acción; mientras que la atención se fija en la amenaza inmediata para tener una mejor respuesta.
- Felicidad. Se presenta un aumento en la actividad cerebral que se encarga de inhibir los sentimientos negativos y de calmar los estados que generan preocupación, por otro lado se incrementa nuestra energía. No hay un cambio fisiológico especial, pero sí existe un sentimiento de tranquilidad, lo que proporciona un estado de reposo, entusiasmo y disponibilidad para afrontar cualquier tarea que se esté llevando a cabo.
- Amor. Los sentimientos de ternura y la satisfacción sexual activan el sistema nervioso parasimpático (el opuesto fisiológico de la respuesta de lucha-huida propia del miedo o la ira), lo que engloba un amplio conjunto de reacciones que implican a todo el cuerpo y que dan lugar a un estado de calma y satisfacción.
- Sorpresa. Algunas de las reacciones más comunes y visibles ante un sentimiento de sorpresa son el arqueo de cejas, aumentando el campo visual y permitiendo que penetre mayor luz en la retina, lo que a su vez, proporciona más información sobre lo que está sucediendo.
- Tristeza. Provoca la disminución de la energía. Mientras más se acerca a la depresión, el metabolismo corporal se vuelve más lento. Los labios lucen caídos, la mirada cansada y la postura corporal se encorva.
Son muchas las emociones, y por lo tanto, también muchas las sensaciones corporales. Aprender a identificarlas nos permitirá transitar en cada una de ellas de manera saludable.