La adolescencia es una etapa del desarrollo en la vida del individuo que se caracteriza por la aparición de una gran cantidad de cambios a nivel físico, psicológico y social, y donde una de las principales metas es definir una identidad y proyecto de vida, saber quién eres y qué quieres hacer en la vida. Se trata de una búsqueda del sentido de sí mismo, así como el desempeño de algunos roles específicos y seleccionados, es decir, qué papel vas a jugar en la vida, por ejemplo, ser la hija que “no da problemas”, “perfeccionista” en lo académico, “comprensible” en tus relaciones sociales, así como la elección de tu profesión; esto es, lo que tú decides ser, que además de construirse en base a las experiencias vividas, se trata de algo que puede ser modificado.
La adolescencia es una etapa vulnerable, dado que el individuo quiere experimentar lo más que pueda, con la finalidad de ir definiendo poco a poco su identidad, esto es, por medio del “ensayo y error”, descubrir qué le gusta e identificarse con ello, para luego hacerlo propio y que forme parte de su identidad. Por eso son tan importantes las amistades, pues los adolescentes tienden a imitar lo que hacen los demás con tal de entrar en un grupo y pertenecer a él.
El adolescente se encuentra en una etapa en donde no es ni niño ni adulto, lo que provoca cambios muy marcados en su comportamiento y estado de ánimo; es decir, en un momento dado pueden ser unos adultos responsables o, por el contrario, impulsivos y fantasiosos, con un predominio de pensamiento omnipotente (como la idea de “eso no me puede suceder a mí”), lo cual los impulsa a correr riesgos como tener relaciones sexuales sin protección y no ser consecuentes con sus actos. Los adolescentes quieren estar seguros de que son adultos, lo que también implica ser fértiles y poder fecundar; si la mujer se embaraza refuerza su capacidad de ser hembra y fértil. Sin embargo, ser madre a muy temprana edad provoca que la mujer, su pareja y la familia de ambos tengan que tomar decisiones muy importantes que traerán cambios para todos.
La adolescente se sentirá con miedo, ira y muy confundida, pues, por un lado, se cuestionará el tener o no al bebé, tratando de visualizar, en el mejor de los casos, las consecuencias. Puede ser que en una primera instancia trate de ocultar su embarazo, lo que la puede llevar a aislarse; además, esta elección puede ser muy peligrosa pues, por lo general, los embarazos adolescentes son de alto riesgo, dado que no existe una completa maduración fisiológica y emocional.
Asimismo, cabe mencionar que, frecuentemente, los embarazos adolescentes no son planeados conscientemente, lo cual ocasiona un gran impacto en la pareja, ya que su proyecto de vida, que apenas se está construyendo, da un gran giro, llegando, incluso, a la interrupción tanto de su vida social, como su vida académica. Todo ello puede provocar que la adolescente se sienta con poca confianza en sí misma y sola, pues los padres, al recibir una noticia tan sorpresiva, pueden responder, en un inicio, de manera impulsiva. No obstante, esto no quiere decir que actúen de esa manera durante todo el embarazo, pero, definitivamente, es algo que tendrán que ir trabajando entre todos, mediante una buena comunicación entre todas las partes involucradas.
Las adolescentes se pueden sentir incapaces de asumir esta responsabilidad, aspecto comprensible, dado que ellas todavía son dependientes de sus padres. Por ello es importante que tengan el cuidado y comprensión de la familia, creando redes sociales de apoyo, por ejemplo, para que pueda seguir estudiando, sin dejar de lado que tienen que asumir la responsabilidad de su hijo. En un inicio, este proceso será complicado y puede crear miedo y pánico, al ver los compromisos que se adquieren, pues tendrán que organizar su horario, para estudiar, trabajar, cuidar a su hijo y dedicarse un tiempo a sí mismas.
Por otro lado, es importante investigar el motivo del embarazo, es decir, si se ha producido con la idea de retener a la pareja, llamar la atención de los padres, por sentirse solas, porque “accidentalmente” se rompió el preservativo, porque hay un mal manejo de los anticonceptivos o qué hay exactamente detrás de todo ello.
Como adolescente, es primordial que te cuestiones si quieres iniciar tu vida sexual; y si es así, es importante que no sea por presión. Asimismo, si vas a llevar una vida sexual activa que sea con responsabilidad, esto es, infórmate con un médico especialista, que te/les dé el método anticonceptivo más adecuado, pues el ejercicio de la sexualidad no sólo implica el riesgo de un embarazo (y posible aborto consecuente) sino la posibilidad de poder adquirir alguna enfermedad de transmisión sexual. Si estás atravesando por esta situación es importante que acudas a una clínica para que te den información sobre los anticonceptivos. Si estás embarazada, debes tener un cuidado prenatal lo antes posible y acudir con un especialista en psicoterapia psicoanalítica, para que te ayude a encontrar y entender las motivaciones inconscientes de tus sentimientos y conductas, con la finalidad de enfrentarlas de manera más adaptativa y replantearte un proyecto de vida.