Mentiras

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Eludir la realidad

Una mentira es una forma de eludir la realidad y, por tanto, la responsabilidad que tendría el hecho de afrontar la verdad sobre algo.

Pareciera que desde que nacemos nos damos cuenta de las consecuencias que tienen nuestros actos y a partir de ahí se nos presentan dos opciones a seguir:

Afrontarlo. Implica aceptar la responsabilidad que tenemos cada uno de nosotros frente a nuestras conductas y las consecuencias (positivas o negativas) que éstas pueden provocar.

Huir o evitarlo. Por lo general, cuando tratamos de huir del problema, éste “nos persigue”, es decir, no dejamos de darle vueltas al asunto, ya que existe la posibilidad de que alguien nos “cache” o que nadie se dé cuenta, pero, aunque éste sea el caso, nosotros sabemos que lo hicimos y nos auto-castigamos, habitualmente a través de un golpe a la autoestima, pues sabemos que hemos hecho algo mal.

Por otro lado, existen cuatro tipos de mentira:

1. Esporádica y espontánea.- En muchas ocasiones, mentimos con el fin de cubrir algún acto que realizamos y cuando, de una u otra forma, nos arrepentimos de haberlo hecho. También es común mentir cuando “nos conviene”, es decir, para obtener algún beneficio a cambio.

2. Evolutiva.- Comienza en la niñez y es reforzada por los padres, ya que, a veces, son los mismos padres los que les piden a los hijos que mientan para su beneficio. Si éste es el caso, los niños tienden a repetir el comportamiento de los padres quienes no le enseñaron que no es bueno mentir.

3. A causa de algún padecimiento.- Se da cuando, en ocasiones, la mentira nos ayuda a crear un personaje falso con el fin de mejorar nuestra autoestima, inventando logros y consecuciones personales.

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4. Como conducta repetitiva.- Sucede cuando la persona parece que “no puede” parar de mentir y se vuelve una conducta compulsiva, al no poder controlarlo.

¿Por qué mentimos?

El motivo de este comportamiento puede estar ligado al intento de eludir o evitar responsabilidades. Si se miente de manera constante puede convertirse en un hábito y la mentira puede empezar a dominar al individuo, ya que le es muy “cómodo” actuar así.

Asimismo, hay personas que al mentir se sienten más “listas” u obtienen cierto placer; el factor riesgo que implica la mentira favorece la aparición de una elevación en la adrenalina, lo que provoca una excitación corporal, y cierto placer asociado al riesgo en sí. En estos casos, la persona recibe una ganancia secundaria, al no tener que afrontar los actos realizados. Sin embargo, cada mentira puede provocar que este comportamiento se repita compulsivamente, en aras de ocultar las mentiras anteriores.

Por otro lado, existen, igualmente, causas relacionadas con la autoestima y que están ligadas a un sentimiento de inseguridad respecto a ser aceptados como somos, por lo que se recurre a la mentira como método para esconder “el verdadero yo”.

Las mentiras son fáciles de detectar, principalmente si la persona que miente es alguien cercano y con quien se tiene un vínculo estrecho, ya que en estos casos cuando una persona lo hace, empieza a cambiar ciertas actitudes e incluso se puede llegar a aislar de los demás, para evitar que alguien descubra su mentira.

Para poder prevenir las mentiras hay que saber detectarlas primero. Es importante, por ejemplo, saber diferenciar cuando un niño está diciendo una mentira como parte de su imaginación, y en estos casos no es necesario regañarlo o llamarle la atención, o no es éste el caso. Todo ello dependerá mucho de los padres y la comunicación que tengan con sus hijos.

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Los padres deben explicar a sus hijos la diferencia entre la realidad y la fantasía, para que, de este modo, una fantasía no se convierta en un tipo de realidad alterna para el niño y tenga bien claro la diferencia entre estos dos conceptos.

Finalmente, cabe señalar que otra forma de prevenir las mentiras consiste en tratar de aceptar a las personas como son, con el fin de evitar que se mienta por problemas de inseguridad, ya que, como ocurre en el caso de los niños, el mentir de manera constante es como formarse una realidad distinta a la que se tiene. Si, a través de las mentiras, la persona se siente mejor consigo mismo, es difícil que cambie su comportamiento. . Cuando la persona no se siente mejor o incluso empieza a sentirse culpable a raíz de las mentiras, la terapia psicoanalítica ofrece la posibilidad de detectar y analizar el motivo de este comportamiento; ya sea por baja autoestima o por cualquier otra razón y, de este modo, poder encontrar una solución a este problema.

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