Para contestar a esta pregunta el diccionario de la Real Academia Española nos ofrece las siguientes definiciones; en primera instancia, la define como “carencia voluntaria o involuntaria de compañía”, luego la define como “pesar y melancolía que se sienten por la ausencia, muerte o pérdida de alguien o de algo”. Desde ambas definiciones podemos concluir que soledad se refiere esencialmente a la falta de otro u otros.
Sin embargo, para comprender este concepto de soledad tenemos que destacar que lo importante, realmente, consiste en cómo la percibimos y no tanto la ausencia real de compañía; es decir, va ligado al sentimiento que surge a partir de nuestra percepción. Además, podemos vivirla activamente (carencia voluntaria), alejando a las personas de nuestro lado y buscando estar solos, o vivirla pasivamente (carencia involuntaria), sintiendo que son los demás quienes se alejan de nosotros.
Hay muchas razones por las que podemos sentir la soledad. En ocasiones, este sentimiento es un síntoma más dentro de un cuadro clínico más complejo como puede ser la depresión. Cuando aparece en conjunto con otros síntomas como tristeza, alteraciones en el sueño y en la alimentación, etc., podemos sospechar que la soledad es causada por un estado de ánimo alterado; en este caso, depresión.
En circustancias como la anterior, donde la soledad es causada por una enfermedad emocional y/o mental como la depresión, es urgente la búsqueda de ayuda profesional, pues difícilmente amigos o familiares pueden influir positivamente en estas personas que padecen un trastorno más grave. En estos casos, mediante ayuda profesional, estas personas pueden volver a disfrutar de la compañía de otros, al liberarse de su padecimiento.
Asimismo, existen ciertas personas que normalmente tienden a vivir en soledad. Muchos de ellos comparten algunos rasgos de personalidad como, por ejemplo, la introversión (enfocados hacia sí mismos) o el egocentrismo (centrados en el yo). Se trata de personas más o menos funcionales, comunes y corrientes que experimentan la soledad de diversas maneras.
Algunos sufren por las características que los hacen solitarios, ya sea que alejen a las personas sin querer, o que se sientan constantemente abandonados; muchos desearían poder sentirse acompañados, sin embargo, se sienten más bien “poco hábiles” en situaciones sociales. Otros ni siquiera se dan cuenta de que necesitan de alguien más, pues su egocentrismo es absoluto y no hay espacio para el otro, se dan cuenta de ello únicamente por momentos y es entonces cuando sufren por su soledad. Algunos otros ni siquiera entienden cómo se dan las relaciones humanas y no les interesa formar parte de ellas, y, finalmente, hay quienes aunque estén rodeados de personas, no pueden establecer lazos profundos que los llenen, sintiéndose solos, a pesar de estar rodeados de gente.
En muchos de estos casos, la causa por la cual nos sentimos solos y sufrimos por ello consiste en que nosotros mismos nos sentimos incompletos y buscamos llenar ese vacío mediante las personas que nos rodean. En estos casos, que son mucho más comunes de lo que pensamos o queremos admitir, no es la falta de compañía de las personas que consideramos importantes lo que nos afecta, sino la falta de algunas de sus características que, finalmente, coinciden con las que sentimos que a nosotros mismos nos hacen falta.
Cuando encontramos en los demás aquello de lo cual carecemos, queremos estar con esa o esas personas en todo momento, y cuando se ausentan quedamos nuevamente “incompletos”. En la medida en que nos podemos sentir plenos como personas, con intereses, actividades, capacidades y sentimientos propios, podremos dejar de vivir a través de los demás. Es entonces cuando podremos disfrutar con plenitud de nuestra soledad, como seres autónomos, pudiendo disfrutar la compañía de otras personas, a quienes querremos por sus propias características, y sin esperar obtener de ellos algo más que su mera compañía.
Por lo tanto, la soledad no es la simple ausencia de compañía, sino el sentimiento que se genera cuando nos sentimos solos. Si este sentimiento es más o menos constante y nos causa un sufrimiento importante, entonces hay que preguntarnos cuál es el motivo y si necesitamos ayuda. Del manejo que tengamos de nuestra soledad dependerá nuestro grado de independencia, creatividad y plenitud en nuestras relaciones.