Tiene miedo a la oscuridad, pero ella también la contiene.
La habitación está vacía y se oye eco, uno miserable, aterrador e hiriente que es mejor ignorar. Y también es mejor no hablar, porque con cada palabra los sonidos se disparan, el eco dura minutos completos, aturden; y está oscuro.
Elsa dice que la oscuridad duele, porque camina y se tropieza con todo, mucho. Hay veces en las que se ve una luz en algún punto de la habitación, pero al llegar se da cuenta que la imaginó; cree que hay luces que porque dan una falsa seguridad de andar, pero no hay rumbo.
A veces se sienta en lo que cree que es una esquina y se pone a llorar. Y cuando lo hace se cansa mucho, es cuando le da sueño y se acurruca en donde puede, hasta quedarse dormida.
Despierta con miedo, siempre despierta con ansiedad. A Elsa le duele ese síntoma, pero no puede remediarlo, no le gusta pero es parte de su esencia, parte de ella sabe que siempre será así, que tendrá que aceptarlo.
¿Miedo a qué le tiene Elsa? A la oscuridad. Sin embargo, ella también es oscura; es una sombra que vaga de lado a lado, o cuando no identifica los lados, sólo camina a donde los pies le den. Se tropieza, se pega, se lastima, se cae, se marea. Su vida sombría consiste en eso; en pasear por el mismo rumbo oscuro, vacío, ensordecedor de tanto silencio. Y en dormir y despertarse con la misma ansiedad del día anterior.
Elsa no está muerta, pero no encuentra la diferencia, vive como si lo estuviera. Tiene miedo de las sombras, pero camina entre ellas[.]