Te tomaste el veneno

¿Por qué no te quieres, mi niña?

mujer con botrlla vacia
Te tomaste el veneno

Ahora… ¿qué es lo que harás? Puedes dejar de ingerirlo; debes, tan sólo, dejar el frasquito en una mano amiga, que lo tirará y hará que no vuelvas a encontrarlo.

Es por eso que no lo sueltas, ¿verdad?; añoras con fuerza descomunal estar bien, pero la botellita sigue entre tus dedos. De hecho, te diré un secreto que tal vez temes escuchar: el frasco está vacío.

Te has creado una adicción al veneno que dejó de serlo hace meses. Cada vez que le das un sorbo, en realidad imaginas que lo haces, porque no hay tal.

Te tomaste el veneno y a pesar de las muecas de dolor, el ardor cardíaco, la boca seca, las costillas retorcidas de ansiedad y las lágrimas que derramaste, seguiste haciéndolo hasta terminártelo… ¿por qué?

¿Por qué no te quieres, mi niña? ¿No alcanzas a ver lo mal que la estás pasando al sostener el pequeño vidrio en tu palma derecha? Bonita, el veneno no sabe tan dulce como crees, te hace daño; un daño que no sólo tú vives, también los que están a tu alrededor.

Te tomaste el veneno y no hay quien pare la ilusión de que ingieres más. Ya no hay, te lo acabaste. Y el efecto que te creó debería darte miedo, porque toda tú estás destrozada, incapaz, tirada, moribunda.

Por favor, tira la botella, suéltala. No hay veneno en ella, te lo tomaste ya.

Imagen cortesía de marcogarrincha
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