Estudios asociados a la Gestión de Comunicación Científica LatinComm informan que la enfermedad de Ménière, tercera causa de vértigo, es un trastorno crónico multifactorial provocado por acumulación de endolinfa (líquido de la membrana) en el oído interno. Los síntomas característicos son ataques recurrentes de mareo.
Información recopilada por LatinComm, aclara que, si bien este síndrome fue reconocido como entidad clínica hace cerca de 150 años, a partir de la descripción del neurólogo Prosper Ménière, la epidemiología de este trastorno no ha sido definida de manera clara. Las tasas de prevalencia reportadas en la literatura, fluctúan entre 3.5 casos y 513 casos cada 100, 000 habitantes, lo que la convierte en la tercera causa de vértigo más frecuente.
La mayoría de los casos se diagnostican en personas de 40 a 60 años, en casi idénticas proporciones entre hombres y mujeres. Esta afección puede tener un origen idiopático o ser secundaria por diferentes trastornos del oído interno.
La pérdida de la audición y los ataques de mareo espontáneos asociados con esta enfermedad generan una gran incapacidad en el paciente. El carácter impredecible de los episodios trasforma la enfermedad en una afección estresante.
Estudios clínicos han establecido que los individuos afectados por este trastorno presentan deterioro de la calidad de vida y perturbaciones psiquiátricas que incluyen ansiedad, depresión y agorafobia. Entre las manifestaciones el vértigo es el factor que más impacta en la vida cotidiana del sujeto y lo impredecible de las manifestaciones dificulta la evaluación de la eficacia de las intervenciones terapéuticas. En la mayoría de los casos, el trastorno afecta un sólo oído, si bien 30% de los pacientes presentan daños en ambos.
El objetivo principal del tratamiento de la enfermedad de Ménière es la mejora de la calidad de vida del paciente mediante la disminución de la frecuencia y la duración de los episodios de vértigo. El manejo de esta afección está orientado a evitar o aminorar la pérdida de la audición, aliviar los síntomas crónicos como el desbalance y prevenir la progresión de la patología.
Esta enfermedad debe ser considerada una condición crónica que requiere tratamiento a largo plazo, dado que las intervenciones que demostraron ser efectivas no eliminan la causa de la afección e incluye medicación para el tratamiento agudo de los ataques de vértigo y medidas de fondo para la prevención de la progresión de la patología, así como la reducción del número y la severidad de los episodios de pánico.
El paciente debe interrumpir cualquier actividad, en especial las que conlleven riesgo en el momento en que se manifiestan los síntomas. Se indica que el individuo adopte una posición horizontal para evitar caídas y se mantenga reposo absoluto durante el ataque de vértigo, preferentemente en un entorno calmo y oscuro. Otra medida importante es la prevención de cambios rápidos de la posición de la cabeza, con la finalidad de evitar el agravamiento.
Referencias
- Material elaborado por el departamento de redacción médica de LatinComm (Gestión de Comunicación Científica) a partir de estudios científicos.