Las callosidades en los pies son de lo más común, el roce y el soporte del peso de nuestro cuerpo contribuyen a que se desarrollen. Afecta mayormente a mujeres de entre 50 y 60 años de edad.
Los “callos” se producen por el incremento del tejido queratinizado en los sitios de apoyo, excesiva presión o fricción, engrosando las capas cutáneas.
La piel de las manos y los pies es normalmente más gruesa, pero cuando se suman los factores antes mencionados, tiene a volverse más dura y áspera. En un caso extremo puede romperse, sangrar y endurecer como piedra. Un calzado incómodo y en las manos, levantar cosas pesadas o hacer ejercicio sin guantes, puede aumentar el problema.
En algunas ocasiones, los callos pueden provocar dolor o bien, dificultar el caminar y en el caso de las mujeres se ven poco estéticos en los zapatos abiertos.
Algunas recomendaciones para evitarlos:
* Evitar el uso de calzado incómodo.
* Humectar nuestros pies y manos.
* Evitar el sobrepeso.
* En los pies, tener cuidado al recortar las uñas, o acudir con un especialista para que lo haga.
Si ya se tienen, se puede utilizar queratolíticos, emolientes y cremas que tengan sustancias como urea o ácido salicílico pues reducen el tejido, así como procedimientos con láser.
¿Qué no hacer?
* Utilizar lijas o tallarlos, pues sólo incrementa el engrosamiento.
* No aplicar sustancias corrosivas que causen quemaduras, infecciones y otras complicaciones.
Es común que podamos confundir alguna verruga u hongo con callosidades por lo que ante cualquier anormalidad es importante visitar al especialista.