Seguir un plan saludable de alimentación, cuidar el tamaño de las raciones, practicar actividades físicas, disminuir el tiempo que se pasa frente al televisor o computadora, así como vigilar regularmente el peso y el perímetro de la cintura son algunos consejos para evitar obesidad.
El desarrollo de la obesidad no depende de un solo factor, es producto de la combinación de una alimentación inadecuada, herencia genética, causas hormonales, medicamentos, sedentarismo, falta de sueño, edad y tabaco, entre otros.Para obtener mayores resultados, se recomienda fijar objetivos realistas, como la disminución promedio de medio kilo por semana, porque el objetivo de un tratamiento para adelgazar no debe ser solo la pérdida de peso, sino el desarrollo de conductas y hábitos que favorezcan cambios permanentes en el estilo de vida.
Cabe señalar que el descenso de peso debe ser gradual y sostenido, de lo contrario puede ocasionar pérdida no deseada de masa muscular, precipitar la acumulación de ácido úrico en la sangre, favorecer la formación de cálculos en la vesícula o conducir a deficiencias nutricionales.
Mantener ese hábito en el largo plazo permite disminuir riesgos asociados al exceso de grasa corporal y la probabilidad de padecer problemas cardio y/o cerebrovasculares, ayuda a tener controlados los niveles de azúcar en sangre, mejora la apnea del sueño y el control de la presión arterial.
Durante el tratamiento contra la obesidad es importante registrar periódicamente los avances, retrocesos, situaciones de estrés que llevan a excesos, así como calcular el índice de masa corporal (IMC).