Ámbito psicoterapéutico
Para quienes no se encuentran involucrados en el mundo “Psi”, frecuentemente aparece cierta dificultad para distinguir entre la psicología, la psiquiatría y el psicoanálisis. Muchas veces los mezclan, creen que el psicólogo puede medicar o que es el que usa el diván. No obstante, es importante no dejarse engañar, pues estas tres maneras de tratar a la psique –del griego que significa “alma”- se diferencian entre ellas de manera fundamental.
La primera diferencia y probablemente la más clara proviene de la psiquiatría. El psiquiatra antes que nada es del mundo médico, realiza sus estudios como tal, y después se especializa en el área psiquiátrica. Esto significa que es el único capaz de recetar medicamentos de cualquier tipo, incluyendo antidepresivos, ansiolíticos o antipsicóticos. Sin embargo, su enfoque médico también hace ver a la depresión o la esquizofrenia como “enfermedades” mentales, o trastornos mentales, lo cual implica una sutil pero gran diferencia.
La mirada médica permite pensar a la tristeza o la depresión como una suerte de enfermedad, por lo que expresiones como: “Me dio depresión” se pueden escuchar frecuentemente en ese ámbito –como si fuera una gripe o una infección-, en vez de decir: “estoy triste” o “estoy deprimido”. Ahora bien, existen psiquiatras que a su vez ofrecen consulta psicológica o psicoanalítica. Esto, porque además de brindar sus servicios psiquiátricos les interesa formarse en el ámbito psicoterapéutico.
El área psicoterapéutica se refiere a aquellas prácticas cuyo objetivo es tratar a la psique, y la psicología es definida como aquella ciencia que estudia el alma, la psique o la mente del ser humano, por lo mismo, de la psicología se derivan la mayoría de las prácticas psicoterapéuticas.
Dentro de la psicología existen varios enfoques o corrientes. Desde la conductual, cuyo interés se centra exclusivamente en el cambio de la conducta concreta, la terapia cognitivo-conductual, que trata de cambiar la conducta a través de esquemas cognitivos, la humanista, cuyo interés se centra en la persona y su potencial, y algunos incluyen a la “psicología profunda” o psicoanálisis, invento freudiano que se distingue, entre otras cosas, por el uso del diván.
{ Todas las corrientes psicológicas se distinguen porque no utilizan fármacos en su tratamiento }, y si bien no se descartan factores orgánicos su trabajo se centra exclusivamente sobre la mente o la conducta de la persona. Y por supuesto, no son raros los debates y controversias continuas entre una corriente psicológica y otra, así como aquellos que intentan reunir a todas las corrientes en un solo tipo de práctica terapéutica y se dicen “{ eclécticos }”, a pesar de que los marcos teóricos de unas corrientes sean absolutamente incompatibles con otras.
Pero, ¿por qué distinguir al psicoanálisis del resto de las prácticas psicológicas? De nuevo, ello no es sin debate o controversia. Dentro del psicoanálisis también existen varias orientaciones, principalmente, se encuentra la orientación inglesa, la americana y la francesa.
La orientación americana del psicoanálisis no hace distinción frente a la psicología, y se nombra a sí misma como “Psicología del Yo”. La corriente inglesa sí distingue entre psicología y psicoanálisis, aunque no con tanta claridad como la francesa, cuyo límite es claro y definido.
Para Jacques Lacan, el mayor exponente del psicoanálisis en Francia, la diferencia entre el psicoanalista y el psicólogo es que el primero, a diferencia del segundo, no responde como el “experto”, a pesar de que el paciente acude a él en espera de ciertos conocimientos que le ayuden; el psicoanalista puede responder con un silencio que permita al paciente continuar hablando y así mostrarle, en cierto sentido, que él es el portador de sus propias respuestas. Por lo mismo, la técnica psicoanalítica toma tiempo, tanto como el mismo paciente lo requiera, al contrario de otras técnicas psicológicas que suelen ser de una duración más acotada.
Es importante informarse sobre qué hace el psicólogo, el psiquiatra y el psicoanalista, para entonces poder decidir a qué profesional acudir.
El psicoanalista es una excelente opción si se dispone de tiempo y se tiene un profundo deseo de conocerse a sí mismo y encontrar lo que genera el malestar psíquico; al psicólogo suelen acudir personas quienes buscan brevedad en el tratamiento y por último, al psiquiatra, si lo que buscan es un medicamento que les ayude a sobrellevar el malestar. ¿Y tú, qué crees que necesitas?
