La falta de sueño y la ansiedad son dos problemas muy comunes en nuestra sociedad actual a consecuencia de que las personas están cada vez más ocupadas, estresadas y ansiosas, situaciones pueden afectar gravemente su salud y bienestar.
De acuerdo con investigadores de la Universidad de Guadalajara señalan que en nuestro país alrededor de 40 por ciento de la población padece insomnio y se manifiesta en su dificultad para mantenerse dormido.
En este sentido la especialista en medicina del sueño de TILA Yoaly Arana señala que “cuando es recurrente, la falta de sueño puede causar fatiga, dificultad para concentrarse, irritabilidad y otros problemas de salud como ansiedad puede provocar una variedad de síntomas, como sudoración excesiva, palpitaciones del corazón, dolor de cabeza y problemas digestivos”.
El insomnio es un trastorno del sueño que se caracteriza por la dificultad para dormir o permanecer dormido durante la noche y puede manifestarse en diferentes formas, como tener dificultad para conciliar el sueño, despertarse frecuentemente durante la noche, despertarse demasiado temprano por la mañana o sentir que no se ha tenido un sueño reparador.
Este puede ser causado por diversos factores, como el estrés, la ansiedad, la depresión, la falta de actividad física, ciertos medicamentos, los cambios en los horarios de trabajo, la cafeína, el alcohol y otros trastornos del sueño como el síndrome de apnea del sueño.
“El insomnio puede afectar la calidad de vida de las personas, ya que puede causar somnolencia diurna, fatiga, irritabilidad y dificultad para concentrarse. Además, el insomnio crónico se ha relacionado con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades como la depresión, la ansiedad, la obesidad, la diabetes y la hipertensión” indica la Dra. Yoaly Arana de TILA.
Sin embargo, este un padecimiento no debe esperar a llegar a estos niveles para ser atendido, ya que desde los primeros episodios de insomnio es necesario incluir herramientas para favorecer el descanso adecuado y reparador.
Los efectos del insomnio pueden ser graves y afectar diversos aspectos de la vida, incluyendo el rendimiento laboral, el bienestar emocional, la salud física, cardiovascular, el sistema inmunológico y el sistema nervioso y aumentar el riesgo de enfermedades como la diabetes, la obesidad y la depresión.