La obesidad se caracteriza por un almacenamiento excesivo de grasa en las células del tejido adiposo (adipocitos). Durante la infancia y la pubertad el número de células adiposas crece considerablemente. Y el problema está en que, una vez desarrolladas, no desaparecen. Con el paso del tiempo lo único que pueden hacer es aumentar. Por tanto, la respuesta a la pregunta que hemos planteado es si, efectivamente, ¿un niño obeso tiene muchas posibilidades de ser en el futuro un adulto obeso?
El exceso de kilos a edades tempranas puede deberse a factores genéticos. Pero es obvio que existen otros muchos desencadenantes, ya que en los últimos años se está produciendo un aumento vertiginoso del número de niños obesos en los países desarrollados, un fenómeno que se ha llegado a calificar de epidemia. Este incremento no es casual, los malos hábitos en la alimentación y el sedentarismo tienen mucho que ver.
Complicaciones:
• Problemas psicológicos. Marginación escolar, pérdida de autoestima, depresión clínica, alteración de la percepción del esquema corporal.
• Ortopédicas. Necrosis séptica de la cadera por el excesivo peso, varo (arqueamiento) de las extremidades, artrosis de rodillas.
• Respiratorias. Insuficiencia pulmonar, apnea obstructiva del sueño.
• Crecimiento. Aumento de la masa muscular, edad ósea adelantada, estatura aumentada.
• Piel. Estrías, celulitis.
• Cardiovasculares. Hipertensión arterial, aumento del volumen cardiaco.
• Dislipemias. Aumento del colesterol, aumento de triglicéridos, aumento del colesterol malo (LDL), disminución del colesterol bueno (HDL), ateroesclerosis, hígado graso.
• Otros. Resistencia insulínica, diabetes, mayor frecuencia de cálculos biliares, cáncer de mama.