La artritis reumatoide, enfermedad autoinmune y crónico-inflamatoria de las articulaciones, afecta aproximadamente a un millón de personas en México, siendo mayor su incidencia en las mujeres, ya que 3 de cada 4 individuos pertenecen al sexo femenino.
Los pacientes aquejados por este padecimiento sufren rigidez matutina, así como ardor, hinchazón, hipersensibilidad, enrojecimiento y dolor frecuente en las articulaciones, motivo por el cual tienen dificultad en la movilidad.
Hasta el momento se desconocen las causas que originan esta enfermedad, aunque se habla de factores de riesgo que incrementan la posibilidad de padecerla, tales como ser mujer, fumar, una predisposición genética a padecerla, entre otros.
Al ser un padecimiento crónico para el cual aún no se tiene una cura definitiva, es importante atender los principales malestares como inflamación y el dolor además del deterioro articular ya que afecta directamente la movilidad. Esta situación puede impactar de manera importante la calidad de vida de los pacientes en un mediano y largo plazo.
La mayoría de los medicamentos están enfocados en reducir la inflamación y aliviar el dolor, lo que permite mejoras sustanciales en la calidad de vida; sin embargo, en la mayoría de las ocasiones se deben tomar varios tratamientos para controlar el proceso que mantiene activa la enfermedad.
De acuerdo al Colegio Mexicano de Reumatología, resulta fundamental diagnosticar en las etapas más tempranas este tipo de padecimientos para iniciar con un tratamiento oportuno. Investigaciones señalan que cuando el paciente es tratado de manera adecuada en el primer año del padecimiento, existen altas probabilidades de entrar en etapa de remisión (control y desaparición completa de la inflamación), mismas que disminuyen conforme pasa el tiempo.
La importancia de detener el deterioro articular
Si bien el dolor y la inflamación son incapacitantes para un enfermo con artritis reumatoide, el mayor daño se produce por el deterioro articular, principal indicador del avance de la enfermedad. Es precisamente este deterioro articular el que lleva a incapacidades parciales o totales de las articulaciones, principalmente en codos, hombros, rodillas y cadera.
El deterioro articular sólo puede tratarse mediante terapias biológicas, tratamientos innovadores cuya función es replicar los efectos de las sustancias que de manera natural segrega el sistema inmunológico del organismo y que por alguna causa ha dejado de producir. Estos medicamentos están indicados para disminuir la inflamación al interferir con sustancias biológicas que la causan o empeoran.
Dentro de estas terapias existen algunas orientadas para bloquear la actividad de un mensajero químico del organismo llamado Factor de Necrosis Tumoral (TNF) que se encuentra especialmente elevado en pacientes que sufren alguna enfermedad autoinmune como la artritis reumatoide.
Medicamentos biológicos como etanercept que actúa inhibiendo al TNF y lo absorbe como una esponja para impedir que desencadene una respuesta inflamatoria, mejora y mantiene la función física en pacientes por un largo periodo, es decir, disminuyendo el deterioro articular.
Los agentes biológicos suelen actuar de manera rápida para aliviar los síntomas e hinchazón asociados a la artritis reumatoide, aunque estudios señalan que las mejorías patentes se observan a las cuatro o seis semanas de tratamiento.
Lo que el médico debe saber previo a administrar biológicos:
Las inyecciones de etanercept se deben guardar en el refrigerador y sólo dejarse a temperatura ambiente previo a su aplicación para quitarles lo frío. El paciente puede inyectarse a si mismo vía subcutánea en los muslos o abdomen, sin embargo, es aconsejable que alguna otra persona cercana conozca el procedimiento en caso que se requiera.
Debido a que el tratamiento para la artritis reumatoide es diferente para cada paciente según lo avanzado del caso, las articulaciones afectadas y su estado general de salud, siempre es necesario que el médico reumatólogo evalúe de manera individual la utilización de este tipo de terapias.