En el marco del Día Mundial de la Hepatitis, el Dr. Enrique Wolpert Barraza, presidente del Comité Científico de la Fundación Mexicana de la Salud Hepática (FundHepa), explicó que las hepatitis B y C son virus que atacan el hígado, pero que pueden evolucionar a una fase crónica, por lo que es preciso vacunarse contra la primera y conocer los factores de riesgo que implica la segunda, realizarse la prueba de diagnóstico correspondiente y seguir un esquema de tratamiento en etapas tempranas, antes de que surjan las complicaciones.
En lo que se refiere a la prueba para hepatitis C, es sencilla, barata y precisa, y al igual que el tratamiento, está disponible para personas con factores de riesgo tanto en el IMSS y en el ISSSTE, como en varios seguros populares.
Sobre las formas de prevención que existen contra los tres tipos de hepatitis, enumeró las siguientes: contra la hepatitis A, están la inmunización pasiva, por medio de la aplicación de inmunoglobulina; y la inmunización activa, a través de la vacunación en jóvenes y adultos que no tengan protección pasiva, que en conjunto equivalen al 10% de la población; contra la hepatitis B, existe una vacuna que debiera ser de aplicación universal desde 1987, la cual desafortunadamente no se aplica a toda la población; y contra la hepatitis C no hay vacuna disponible, aunque sí medidas generales por adoptar, factores de riesgo a considerar y, sobre todo, tratarse en etapas tempranas de ser diagnosticados positivamente.
Asimismo, aclaró que se trata básicamente de una enfermedad de transmisión sexual, por lo que, para proteger a los adultos que se pueden contagiar por esa vía, se requiere que la vacunación sea de aplicación universal, como lo es la vacuna contra el tipo A, que desde hace diez años se incluye en la cartilla de vacunación de niños de 10 años y menores. Pero se necesita, además, que se aplique no solo una dosis sino tres, para que tenga efectividad en la prevención.
El Dr. Carlos Conde González, subdirector de Prevención y Vigilancia de Enfermedades Infecciosas en el Centro de Investigación sobre Enfermedades Infecciosas (CISEI) dijo que si bien México se ubica dentro de las naciones con baja prevalencia de hepatitis, para el 2007 brotaron focos rojos en algunas regiones del país, que no existían en 2000. La hepatitis B, señaló, se puede considerar como un problema asociado con áreas rurales y con prácticas sexuales de riesgo entre hombres homosexuales.
Hizo énfasis en las bondades de la vacuna contra este tipo de hepatitis, la cual, afirmó, no solo es barata y efectiva, sino que ya se encuentra dentro del esquema universal de vacunación. Respecto a la hepatitis C, señaló que también su prevalencia es baja pero, al igual que como ocurre con la de tipo B, en 2007 se detectaron focos rojos en el territorio nacional, inexistentes a principios de siglo.
El Dr. Conde alertó sobre la gravedad del asunto: existen cientos de miles de personas infectadas por los virus de las hepatitis B y C que no saben que están contagiadas. De ahí la urgencia e importancia de contar con mayor y mejor información para la toma de decisiones en salud pública.
Respecto a las estrategias a seguir, mencionó las pruebas en mujeres, la vacunación rutinaria a los recién nacidos y la vacunación universal. En cuanto a la hepatitis C, señaló que la prevalencia en la población mexicana es de 1.5%, y que la mitad de dicho porcentaje corresponde a casos con carga viral que requieren tratamiento.
Es por ello que resulta fundamental conocer los factores de riesgo, que incluyen las transfusiones sanguíneas y, de manera señalada, el uso de drogas ilícitas, en virtud del cual los jóvenes expuestos pueden tener a los dos años hepatitis C, B y VIH, por compartir jeringas y agujas.
Asimismo, alertó sobre el generalizado uso de piercings y tatuajes entre jóvenes, los cuales muchas veces se llevan a cabo en condiciones de poca o nula asepsia.
Además señaló que las hepatitis B y C en sus formas crónicas son responsables del 57% de los casos de cirrosis, así como del 78% de los casos de cáncer primario de hígado.