Aunque existe el mito de que las sustancias inhalables se usan exlusivamente en las clases bajas, hoy en día sabemos que eso no es más que una gran flasedad, pues muchos jóvenes de todos los estratos, las usan debido a su bajo precio.
Los daños provocados por los inhalables como el thinner o el tolueno, aumentan conforme disminuye la edad del consumidor, acelerando el daño neuronal, deterioro en los riñones o el hígado, y en algunos casos muerte súbita por asfixia, alertaron científicos del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav).
Esa situación se vuelve preocupante, advirtieron, porque de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Adicciones (ENA), los inhalables son una de las tres principales sustancias que más consumen los jóvenes de entre 12 y 17 años.
Los efectos dañinos dependen de muchas variables (sustancia inhalada, cantidad usada, tiempo de consumo y susceptibilidad individual), indicó Silvia Cruz Martín del Campo, adscrita al Departamento de Farmacobiología del Cinvestav, pero aumentan mientras más jóvenes son los consumidores, ya que el sistema nervioso en desarrollo es más vulnerable a los efectos de sustancias tóxicas en general.
Los inhalables (como el benceno, tolueno, cetona, cloroformo), son sustancias volátiles que se evaporan a temperatura ambiente y que están contenidas en infinidad de productos de la industria y el hogar.
Por ejemplo, el benceno, presente en la gasolina, se reconoce como un agente cancerígeno para casos de leucemia, ya que reduce la producción de células sanguíneas en la médula ósea y el tolueno, componente principal del thinner, tiene efectos tóxicos sobre el sistema nervioso, señaló Martín del Campo.
La investigadora refirió que pese a los graves efectos, la percepción de riesgo de los inhalables es muy baja entre los jóvenes, por eso la consumen.
Ignoran que hay daños estructurales a nivel cerebral, ya que al inhalar, se daña la sustancia blanca del cerebro que recubre las neuronas.
Este daño se manifiesta de diferentes maneras, desde disminución de la vista, la audición y la memoria, hasta problemas de coordinación motriz y dificultades para caminar.
Los inhalables son absorbidos por la sangre, la cual irriga todo el organismo, y ya que los disolventes tienen afinidad por los lípidos (grasas), es posible para la sustancia tóxica atravesar membranas y barreras biológicas con mucha facilidad. Llega al riñón, al hígado y al pulmón, alterando sus funciones. Aunque en particular y de manera más inmediata al sistema nervioso central, dijo la autora del libro “Los efectos de las drogas. De sueños y pesadillas”.
Lo primero que inhibe son los centros de control del cerebro que modulan nuestra conducta, por eso las personas hacen cosas sin importar las consecuencias y puede verse como desinhibición. También disminuye la transmisión de sustancias estimulantes como lo son los neurotransmisores, en particular el glutamato, lo que disminuye la excitabilidad de las personas, es decir, las relaja, comentó la especialista.
Los efectos de los inhalables se pueden percibir en segundos y duran poco menos de una hora y pasan más rápidamente que con otras drogas, como el alcohol o la mariguana, por lo que los consumidores repiten las dosis más y con mayor frecuencia, además, generan adicción y dependencia, dijo la también integrante del Sistema Nacional de Investigadores.
Las drogas inhalables se han utilizado desde la década de los 60; sin embargo, su uso entre los jóvenes ha aumentado recientemente, ya que son sustancias de fácil acceso que se encuentran en productos comerciales, además de que no existe regulación en su venta.
Lo mismo las encontramos en el thinner, el pegamento, pintura de aceite, los plumones, o contenidos en envases a presión como los aerosoles, el spray para el cabello o el gas butano. Incluso, algunos disolventes se utilizan directamente como el tolueno, un activo que se vende en las calles sin ningún control, con las consecuencias ya mencionadas, finalizó la investigadora.