“Las mujeres solemos ubicar mejor nuestros síntomas digestivos. Seamos niñas, adolescente, adultas, o de la tercera edad, al igual que los hombres estamos en riesgo de tener enfermedades del tubo digestivo”.
[media-credit name=»ligthsource» align=»aligncenter» width=»562″][/media-credit]Así nos lo señaló la Dra. Ana Teresa Abreu y Abreu, Gastroenteróloga clínica, quien informó que actualmente una de las enfermedades digestivas más frecuentes es la diarrea y las evacuaciones diarreicas secundarias a una infección aguda; ya que “comemos algo con toxinas o microorganismos que dan como tal cuadros de diarrea aguda”, explicó.
“En nuestro país se padecen diarreas asociadas a parasitosis, pero también hay otras que se presentan por cambios a lugares que vamos (diarreas del viajero), porque cambiamos dieta, hábitos, e incluso hay variación en el tipo de alimentos por la zona geográfica”. Además indicó que hoy en día las mujeres estamos también sujetas a otras enfermedades como la gastritis, síndrome del intestino irritable y el reflujo gastroensofágico, ya que el estilo de vida que adquirimos requiere diversas actividades laborales y personales.
Comentó que el síndrome del intestino irritable puede presentarse con diarrea, estreñimiento, constipación y un patrón inespecífico que casi siempre se caracteriza por dolor y distensión. Informó que la proporción de mujeres y hombres es de 3:1. El síndrome del intestino irritable tiene que ver la dieta, el estrés, estilo de vida y antecedentes infecciosos.
¿Qué contribuye a que desarrolle una enfermedad gástrica?
La especialista señaló que el sobrepeso y la obesidad favorecen el desarrollo del reflujo esofágico y síndrome del intestino irritable.
Aclaró que la dieta con exceso en las medidas de higiene es otro factor determinante que está asociado a problemas intestinales porque se destruyen muchos de nuestros microorganismos.
«Las dietas de moda donde restringimos muchísimos alimentos, las vegetarianas, veganas, pecerianos afectan directamente a los microorganismos que tenemos en nuestro intestino«.
Además señaló que factores como la ansiedad y el estrés también tienen mucho que ver, sobretodo en el grupo de trastornos funcionales digestivos, como cuando presentamos el síndrome del intestino irritable. “Cuando nosotros tenemos un estrés, suceden varias cosas: dejamos pasar horarios, comidas, comemos muy rápido y lo que tenemos a la mano, no tenemos una dieta balanceada y en muchas ocasiones nos exponemos a toxinas o bacterias y no hay un proceso adecuado de digestión; el mismo estrés también nos pide algunos alimentos ricos en serotonina como el chocolate; todo esto puede llevar a un desajuste momentáneo”, destacó.
¿Qué papel juegan los probióticos?
La gastroenteróloga manifestó que nuestro tubo digestivo es un órgano que desde la boca hasta el ano está habitado por microorgnismos y trabajamos de manera conjunta con ellos, “sabemos que hay virus, hongos, y un grupo que se llaman arqueas (bacterias) que trabajan para nosotros”. Explicó que estas bacterias se deterioran cuando usamos antibióticos, estamos bajo estrés, cuando tenemos algún proceso infeccioso (gastroenteritis aguda) o cuando viajamos.
“Los probióticos y prebióticos restituyen cuando hay alguna deficiencia en la proporción de los tipos de bacterias y también en su diversidad. Los probióticos, son casi siempre microorganismos que impactan de manera positiva en la salud porque cumplen con distintas funciones: trabajan, ordenan y crean un equilibrio en el intestino”, expuso.
Aclaró que los prebióticos provienen de frutas, verduras o fibras y cumplen funciones en nuestro organismo, y si nosotros tenemos una buena proporción de bacterias permanecemos en equilibro; “la gente vegetariana o vegana tiene una menor proporción de microorganismos y no se cumplen todas las funciones relacionadas con nuestro metabolismo para que funcionemos bien”.
Argumentó que el ser humano está diseñado para comer carne, huevo, tomar leche, comer frutas, verduras, cereales y granos y que nuestra dieta debe ser ovnívora. “Las personas que restringen los lácteos no saben que es muy probable que en poco tiempo sus huesos se descalcifiquen más rápido; la leche de almendra o de soya no cuenta con los nutrientes necesarios para estar saludables”.
“Así mismo, cuando usamos antibióticos los microorganismos cambian y la manera de restituirlos es usando probióticos que contengan género, especie zepa; además de que esta última tenga evidencia científica”.
Explicó que existen probióticos de industria científica los llamados “alimentos funcionales añadidos con probióticos”. “Un alimento funcional es aquel que es secundario teniendo un sustrato, como los yogurts o el jocoque, que procesan la lactosa que tienen y ingerimos lo que ya se metabolizó. Un probiótico es cuando ese yogurt está añadido con una zepa específica de algún, ahora sabemos que gracias a que la industria farmacéutica ha aislado zepas probióticas, se sabe qué microorganismos funcionan y en qué”, expuso.
¿Cómo tener una buena salud digestiva?
La Dra. Ana Teresa Abreu resumió algunas ideas para mejorar nuestra salud digestiva:
- Comer de manera balanceada y proporcionada.
- Tener tres alimentos al día y dos colaciones (pequeñas ingestas intermedias entre desayuno y comida; comida y cena), incluyendo alimentos de forma equilibrada, para tener salud no sólo digestiva sino metabólica.
- Cuando utilizamos antibióticos podemos añadir agentes probióticos, como bacillus clausii que no sólo resisten al antibiótico, sino que ayuda a que las bacterias continúen produciendo energía.
- Cuando viajamos también podemos incluir probióticos para tratar la ‘diarrea del viajero’.
La especialista también explicó que tenemos que acostumbrarnos a usar probióticos, a hacerlos parte de un botiquín y parte de una herramienta para que formen parte de diversos tratamientos.
Aclaró que la Asociación Científica Internacional de Probióticos y Prebióticos indica que estos deben ser microorganismos vivos, ya que confieren un efecto benéfico en nuestra salud y compiten contra bacterias patógenas en nuestro organismo; además “absorben mejor los nutrientes, producen vitaminas y generan inmunoglobulina A para la creación de defensas; producen su propio antibiótico y favorecen que tengamos un mejor tracto digestivo”, concluyó Ana Teresa Abreu y Abreu, Gastroenteróloga clínica certificada con posgrado de alta especialidad en gastrofisiología por el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición «Salvador Zubirán» y único miembro latinoamericano de la Asociación Científica Internacional para Probióticos y Prebióticos.