En la actualidad, los adultos mayores son el grupo poblacional que crece con más rapidez, 12 de cada 10 mexicanos se encuentran en esta etapa, sin embargo, se espera que en 2050 1 de cada 5 personas tendrá 65 años o más.
La depresión es la condición mental más frecuente e incapacitante en mayores de 65 años, ya que repercute en su calidad de vida y dificulta la atención de las comorbilidades. En México, su prevalencia en este sector de la población es de entre el 15 y 17%, aseveró el doctor Guillermo Velázquez López, adscrito a la Clínica de Psicogeriatría del Instituto Nacional de Psiquiatría «Ramón de la Fuente Muñiz«.Se trata, destacó, de un problema complejo y multifactorial que se debe, sobre todo, a condiciones sociales, culturales y ambientales que son modificables, tal como la estigmatización de la vejez, la discriminación y la percepción social negativa que se tiene de esta etapa de la vida.
También puede ser a causa de la sensación de pérdida de vigor, juventud, capacidad productiva y atractivo físico, así como retiro laboral, partida de los hijos de casa, muerte de familiares o del cónyuge, presencia de enfermedades y alto uso de fármacos.
Velázquez López expuso que la depresión en estos pacientes puede tener características distintas a los de otras edades, por lo que se requiere atención especializada con profesionales altamente capacitados que sean capaces de diagnosticar el problema con oportunidad y evitar que, en el peor de los casos, se presente un intento suicida, lo cual en adultos mayores tiene más posibilidad de consumarse.
Aunque esta enfermedad es la más común en la población mexicana de más de 65 años de edad, señaló, existen otros problemas que afectan su calidad de vida, como demencia, delirio, ansiedad, insomnio, psicosis o hipocondría.
La preparación a lo largo de la vida para hacer frente a situaciones adversas y la elaboración de una red de apoyo son fundamentales para la adecuada salud mental en la vejez. No se debe considerar a ninguna patología mental como parte normal en esta etapa de la vida, puntualizó.
Consideró necesaria la participación de toda la sociedad para promover la desestigmatización de la vejez, la solidaridad intergeneracional, la cultura amigable y amistosa para la tercera edad, así como la creación de condiciones ambientales, estructurales y arquitectónicas favorables para aquellas personas que generen discapacidad o dependencia, con el fin de que mantengan su participación en las actividades de la sociedad.
Lo más importante, subrayó, es no esperar a envejecer para atender el tema de la salud mental, sino prepararse y cuidarse desde la juventud, así como planear esa etapa en cuestiones materiales, legales, financieros, pero sobre todo, sanitarias, para llegar a esa edad de la manera más adecuada y tener una buena calidad de vida.