En el marco del Día Mundial del sueño, a ser conmemorado este año 2020 el 13 de marzo -viernes anterior al equinoccio de la primavera-, es la ocasión para recordar lo importante que es prestar atención a las horas que dedicamos a esta esencial actividad de descanso.
De acuerdo a datos del reporte «Los números no mienten estudios sobre salud, bienestar y sexualidad 2008» de Consulta Mitofsky[2] el 65% duerme entre 5 y 7 horas aproximadamente, el promedio de sueño del mexicano adulto es de 8:04 horas de lunes a viernes; sin embargo, no todos gozan de esta oportunidad.
La Dra. Marisol Jannet Figueroa Medina, Neuróloga del Hospital DioMed, nos informa que la importancia de dormir bien va más allá de eliminar las molestas bolsas bajo los ojos, tener un sueño adecuado repercute en el estado de ánimo, beneficia al corazón, la mente e incluso al peso. Sin embargo, en México 45% de la población tiene mala calidad del sueño, con base en los datos de la Clínica e Trastornos del Sueño de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)[1].
Nos explica que este déficit al dormir genera reacciones en cadena, hay varios factores que inducen a una mala calidad del sueño, por ejemplo:
- Horarios irregulares para ir a la cama
- Ver televisión acostados
- Uso de celulares o tablets antes de dormir o tenerlos cerca
Lo que disminuyen el tiempo de descanso, «en general es nuestro estilo de vida lo que nos lleva a ese punto«.
Nos comparte las afectaciones de no dormir:
- Primera noche sin sueño. Comienza la estimulación del sistema mesolímbico, por lo que la dopamina empieza a fluir y se experimenta la sensación de tener más energía, motivación, optimismo y hasta se eleva el deseo sexual. No suena mal; sin embargo, estas sensaciones positivas son engañosas, ya que a partir de este punto todo va en declive. Para la mañana el cerebro poco a poco ya desactivó las regiones que se encargan de la planificación y evaluación de decisiones. Comienzan los compartimientos impulsivos, las reacciones se hacen aletargadas y las funciones perceptivas y cognitivas empeoran.
- Segunda noche sin sueño. La glucosa deja de ser metabolizada de forma correcta y el sistema inmune empieza a fallar.
- Tercera noche sin sueño. Se pueden presentar alucinaciones. Después del tercer día puede ocurrir un colapso por todo el cansancio acumulado y las otras reacciones en cadena.
Comenta que otras de las afectaciones de no dormir bien son la obesidad hasta enfermedades cardiovasculares, que incluso puede derivar en un infarto cerebral. «Cuando se duerme poco las defensas bajan y nos volvemos más débiles, por lo que somos más propensos a enfermedades virales o bacterianas«, finaliza la especialista[.]