Pocas veces nos ponemos a pensar que el riñón es un órgano central en el manejo de varias funciones corporales. Constituye el filtro de nuestro organismo para eliminar las sustancias de desecho metabólico, por lo que al disminuir su funcionamiento se ven mermadas diversas reacciones de nuestro cuerpo o puede verse afectado el funcionamiento de algunos de nuestros órganos.
Generalmente las disfunciones renales se asocian con una gran variedad de alteraciones metabólicas y alimentarias, esto tiende a provocar que la desnutrición y el desgaste sean muy comunes en las personas con padecimientos del riñón. El tratamiento incluye por lo general una serie de recomendaciones y modificaciones dietéticas, que tienen una importancia tal, que pueden influir en el curso de la enfermedad sin que se requiera de la utilización de medicamentos.
Dependiendo de las condiciones de salud, alimentación, auto cuidado y genética del paciente, la capacidad del funcionamiento renal puede ir disminuyendo entre los 30 y 80 años de edad hasta en un 50 por ciento debido principalmente a ciertas enfermedades crónicas como la diabetes u otros padecimientos. Esto puede provocar una disminución en la velocidad de filtración glomerular ya que con la edad disminuye la respuesta a los retos metabólicos y se filtran con mayor dificultad las cantidades excesivas de producto de desecho proteico o los electrolitos derivados de las sales minerales. Esto puede ocasionar la formación de cálculos renales u otras enfermedades aun más severas como el síndrome nefrótico, la insuficiencia renal crónica, defectos tubulares o nefropatía renal terminal -que puede provocar la necesidad de un trasplante- o la insuficiencia renal aguda.
El desgaste de los pacientes con daño renal se caracteriza por disminución de peso corporal, pérdida de masa muscular y de tejido adiposo, así como bajas concentraciones de proteína en sangre (proteínas totales, albúmina y transferrina) y concentraciones alteradas de aminoácidos en el músculo y plasma.
Cuidado con las proteínas
En múltiples ocasiones hemos oído que “somos producto de lo que comemos”, pocas veces nos ponemos a reflexionar sobre las repercusiones que traerá a nuestro organismo una alimentación inadecuada, sin embargo, es evidente que la nefropatía geriátrica (enfermedad de los riñones en la vejez) puede ser el resultado de una sobrenutrición crónica de proteínas.
Quizá esto puede parecernos poco importante o muy distante sobre todo en la juventud. Cuando nos urge bajar de peso porque “queremos llegar flacas a una fiesta” y que nos entre el vestido o vamos a salir de vacaciones y queremos que el bikini se nos vea perfecto, nos sometemos a la dieta de moda, la que le recomendaron a mi amiga o la que bajé de internet. Generalmente son regímenes altos en proteínas y muy bajos en carbohidratos que nos aportan muy pocas calorías, y, por si fuera poco, nos tomamos hasta 4 litros de agua o una variedad de medicamentos e inyecciones “con tal de bajar rapidísimo y ponernos cueros”.
Sin embargo pocas veces nos ponemos a pensar en las consecuencias de estas transgresiones sobre nuestra salud. Tales excesos provocan una sobre carga en nuestros riñones que tienen que filtrar todas estas sustancias causando daños en el funcionamiento glomerular y la nefronas.
Y qué decir de las chicas anoréxicas, quienes están en riesgo de sufrir severas repercusiones orgánicas que se irán manifestando a lo largo de la vida: una de ellas es el daño renal.
También en el caso de los hombres todo esto puede traer consecuencias severas, ya que generalmente cuando piensan en comer bien comen tacos, carnitas, barbacoas o en un buen restaurante argentino, donde evidentemente abusan del consumo de carne, cervezas, alcohol, y luego, para asentar el estómago beben mucha leche, sin pensar que el exceso de proteína, sodio y alcohol a largo plazo puede dañar los riñones.
Hidratación adecuada
Las enfermedades renales constituyen el cuarto problema de salud en Latinoamérica; en México, ocupan el sexto lugar entre las 20 causas más frecuentes de mortalidad, lo cual debiera ponernos a pensar lo importante que resulta comer bien y cuidar nuestros riñones.
Nuestros riñones cuando están sanos, tienen la capacidad de realizar la función de filtración sanguínea ante fluctuaciones alimentarias de muy diversa magnitud en cuanto a sodio, agua y diversas sustancias. Los riñones reciben 20 por ciento del gasto cardiaco, lo que les permite filtrar unos mil 600 litros de sangre por día generando en promedio 180 litros de líquido ultrafiltrado, el cual transforma en 2.5 litros de orina, como desecho por día. Sin embargo, si no consumimos alrededor de 1.5 a 2 litros de agua, regenerando así nuestros requerimientos de líquido diarios, la concentración sanguínea se verá incrementada, causando esto una sobrecarga renal.
Esto mismo puede suceder con los enfermos diabéticos, cuya densidad sanguínea se ve incrementada por exceso en la glucosa sino está adecuadamente controlado o, en el caso del paciente alcohólico, que con el excesivo consumo de alcohol puede dañar sus nefronas. En las personas obesas se incrementan las concentraciones de albúmina sérica causándoles paulatinamente daño renal.
También el sobreconsumo de sal conduce a que el exceso de sodio provoque una retención de líquidos en nuestro cuerpo, que además de que nos hace vernos más llenitas, sobrecarga la función de nuestros riñones. Esto mismo puede suceder al tratar de consumir más de 3, 4 ó más litros de agua con la idea “llenarme y con eso evitar comer”.
Y qué decir de los trastornos renales más completos que requieren de manejos más complejos, que van desde dietas o estilos de alimentación muy específicos, hasta tratamientos mucho más complejos como serían la diálisis o los trasplantes renales, los cuales, requieren de una alimentación específica para cada paciente acorde a sus necesidades y estado de salud, contabilizar el consumo de proteínas, sodio, líquidos y otros electrolitos como el potasio, fósforo, cloro, etc. para lo cual requieren de la orientación del médico o nutriólogo(a).
Por el momento, lo más importante sería cuidar la salud de nuestros riñones si evitamos las transgresiones y consumir una alimentación adecuada y variada, sin exceso de proteínas, alcohol o sal, con suficientes líquidos y que estemos vigilando nuestro peso congruentemente, recuerda: come bien y cuida tus riñones.