¿Cómo saber si estamos viviendo una relación destructiva? Para entender esta pregunta, tenemos que partir de aquello que motiva a dos personas a unirse y formar una pareja amorosa: muchos pensarían que basta con la atracción física y sexual, sin embargo, la elección de pareja va mucho más allá de lo físico.
Si sospechas que tu relación de pareja está siendo destructiva, no dejes que el tiempo arregle los problemas porque después puede ser muy tarde.
Las relaciones de pareja, por naturaleza, ya implican un desafío y una complejidad inevitable. Con frecuencia olvidamos los seres tan complejos que somos, ya que no sólo arrastramos nuestra propia historia, sino que indudablemente, cargamos con pesos sociales, historias familiares y herencia cultural, entre otros.
Nuestra historia personal y familiar se va delimitando como una pieza de rompecabezas. Las salidas y entradas que tengamos se definirán en base a nuestras experiencias de vida: alguien se compagina con “nuestra pieza”, porque encaja o embona con nuestra propia historia familiar y personal, tal como ocurre en el rompecabezas, sin que esto signifique historias idénticas, pero sí patrones similares.
Siempre va a ser más fácil observar los elementos que generan algún problema en el otro, que en uno mismo. Pero no podemos olvidar, que la relación de pareja concierne a dos personas: para que haya pelea se necesitan dos, aunque probablemente uno será más activo que otro; es decir, para que haya un golpeador, necesita haber alguien que se deje golpear, para que haya una adicción es porque hay alguien que lo tolera, etc. Por ello, si sospechamos que estamos viviendo una relación destructiva, forzosamente necesitamos revisarnos a nosotros mismos, ya que seguramente, hay algo en lo que también nosotros estamos participando para que esta relación patológica esté viva.
Ahora bien, la segunda pregunta nos lleva a enfocarnos en cómo saber si estamos viviendo una relación así. Más allá de las definiciones teóricas que se puedan dar de una relación patológica, el punto clave es si la relación nos está haciendo sufrir y si nos está generando dolor constante. Ya que, es común que los problemas sean recurrentes e indudablemente, van provocando un deterioro, no sólo de la pareja, sino personal.
Por otro lado, cabe mencionar que es imposible pensar en una relación de pareja en donde no existen problemas ni peleas, eso es una utopía…..no existen. Sin embargo, en la relación de pareja también debe de haber complicidad, unión, amor, entendimiento, etc. Pero cuando esto se ve nublado por el dolor y sufrimiento, o bien, los conflictos superan la línea del respeto, o lo que somos capaces de tolerar, probablemente ya estamos hablando de una relación que está siendo patológica. Y es así como llegamos a una línea delgada y compleja, porque entra en juego la subjetividad y nuestras propias historias de vida. Es decir, habrá mujeres que toleren la agresión física, habrá otras que no. Habrá otras que toleren la infidelidad, y otras que no: algunas percibirán su relación como patológica, y otras no. Lo importante aquí es saber si nos está haciendo sufrir y brindarnos la posibilidad de vernos, analizarnos y ayudarnos a nosotros mismos.
Esto nos lleva a un punto mucho más personal e individual; si hay algo internamente que nos está generando un problema, como por ejemplo, una depresión o angustia, es muy probable que afecte a diversas áreas de nuestra vida, sin que forzosamente nos percatemos de ello. Y por supuesto, la pareja suele ser el “blanco” más común en donde estos problemas no sólo se depositan, sino que se descargan. Por ejemplo, si estoy sintiéndome frustrada en mi trabajo con mi jefe, pero no puedo reclamarle por miedo a perder mi empleo, esa frustración no desaparece, y es muy común descargarla en una pelea con la pareja.
Ahora bien, adicionalmente existe un gran riesgo cuando estamos en una relación amorosa patológica, y es acostumbrarnos a ello, por irónico que parezca, esto es más habitual de lo que pensamos. Si vivimos un conflicto por mucho tiempo, la tendencia será a que nos acomodemos en él, y ya no nos resulte ajeno o tan problemático, sino parte de la vida misma, y es ahí cuando escuchamos frases tan cotidianas como “el amor se acaba”, o bien “el matrimonio es bueno mientras dura la luna de miel”, “todos los hombres son iguales”, “no hay amor que dure” etc. Hay que recordar que es fácil acostumbrarse a vivir en el conflicto.
Es común escuchar en el día a día problemas constantes con la pareja, (algunos de ellos muy serios), porque la vida en pareja es un aspecto importante para todos los seres humanos. Las conversaciones entre mujeres suelen tocar, en algún punto, a la pareja y los conflictos con ésta, en donde en muchas ocasiones se trata de círculos viciosos que se instauraron ya desde años y que cada día que pasa, se vuelven más difíciles de romper y resultan más dolorosos.
Por lo tanto, si sospechan que la relación está cayendo en algo destructivo o patológico, no hay que echarlo en saco roto, porque después puede ser muy tarde, viendo como única salida la separación. Es aquí donde vale la pena hacer un examen de conciencia y en caso de requerirlo, es válido pedir ayuda psicológica, ya que a veces existen círculos viciosos difíciles de romper.
Si estás sintiendo que no puedes hablar y entenderte con tu pareja, y has percibido un distanciamiento emocional entre ustedes, si el nivel de tolerancia entre ambos ha disminuido, reflejando conductas agresivas que se dan de manera constante, es probable que se esté dando una dinámica patológica, ya que estos suelen ser elementos característicos de este tipo de situaciones. Igualmente puede ocurrir con la presencia de la infidelidad.
Si se detecta por parte de un miembro de la pareja que se está viviendo una situación patológica, la primera recomendación sería hablarlo y no negar el problema que se está teniendo. En estos casos, ayudaría consultar a un especialista en psicología para profundizar y atacar el origen del conflicto.