En el año de 2009 Macrina Liliana recibió la noticia de que tenía cáncer de ovario, una experiencia muy fuerte para ella y que comparte con las lectoras de Plenilunia.
«Del odio al amor sólo hay un paso». Mi experiencia con el cáncer
Por Macrina Liliana Ortega Jiménez. Macrinita.
Cuando me dieron la noticia dije -¿cáncer, yo? yo que me hacía mis revisiones anuales, que nunca había tenido molestias o algún retraso en mi menstruación, y que además, ya había tenido dos hijas.
Esos aspectos son parte de las preguntas que te hacen para detectar si hay la posibilidad de un cáncer, pero ¿porqué me dio? ¿Sería porque fumaba 2 o 3 cigarros antes de dormir, o por las fiestas que tenía de vez en cuando? ¿Por qué? esa pregunta hasta hoy no me la han respondido.
Después de realizarme varios estudios médicos para descartar que pudiera tener la matriz caída, que estaba embarazada o que padecía una fuerte colitis, me detectaron algunos tumores que parecían benignos por lo que me realizaron una cirugía. Después de la operación, que tardó bastante porque me quitaron la matriz y otras cosas más, mi médico de Neoplasia, Vicente Rodríguez, me dijo con un tono bastante serio -Macrina, tienes cáncer; yo sólo dije gracias.
¡¿Gracias?! ¿gracias a un diagnostico tan terrible? no sé si todavía estaba medio bloqueada por la anestesia, por lo que me acababan de informar o por lo que sea, pero no me dio miedo.
Después de haberles dado bruscamente la noticia a mi hija Mariana y a mi hermana Norma de que tenía cáncer, ellas se veían mal, por lo que en ese momento quise decirles que no pasaba nada, que todo iba a estar bien, pero ni yo misma sabía a lo que me enfrentaba, pero no me sentía ni un poquito preocupada, quizá un poco desilusionada a no ser escuchada en mis ruegos religiosos, pero yo no me sentía mal, un poco molesta de la operación, pero sólo eso.
El doctor Rodríguez, me dijo que iba a empezar un tratamiento de quimioterapia y, yo dije -sí claro, por supuesto ¿cuándo empiezo?, pero por dentro decía no, no quiero; pensé en mi cabello, no, no quiero. Te podría decir que por dentro tenía un drama, porque hasta el momento, es lo que más me duele de esta situación, aunque mi hermanito para darme aliento me decía ‘marcianito aliens pero de los bonitos’, y mi hermanita comprándome las pelucas más fassion para no sentirme mal.
Dirán, ¿cómo piensas en tu cabello?, pues les responderé como la persona superficial, vanidosa o como quieran llamarme, sí mi cabello, porque esa era yo, la Barbie, la rubia de cabello largo, delgadita, bustona, muy agradable a la vista, eso me decían muchos, era mi etiqueta, a pesar de que no tenía una cabellera cuidada o hermosa, por el contrario.
Mi sobrino Pepeto decía que tenía cabeza de mona de camión de la basura, jejejeje, pero yo me sentía hermosa y digo me sentía, porque al entrar al tratamiento de quimioterapia con la mejor oncóloga -la Dra. Mónica Serna- me dijo que de lo que más me sentía orgullosa -que era mi físico-, lo iba a perder por completo.
Primero bajé de peso hasta llegar a ponerme tallas más chicas que la 7 y 9 que yo usaba, después, lo más horrible, mi pelo se empezó a caer poco a poco, por lo que decidí raparme, ya que no iba a vivir ese suplicio diario, pues al empezar a caerse, empezó a caer Macrina, mi personalidad, mi autoestima, todo, perdí todo lo que era, cero fiestas, cero dormir, cero cigarro ¡noooo! era una delicia saborear mi cigarro para poder dormir bien relajada, sin pareja, la que en la primera etapa de mi cáncer estuvo hombro con hombro conmigo, pero después no supe cómo se fue, y cómo mi baja autoestima no me alcanzó para relacionarme con otra persona. ¿Qué quedaba de Macrina sin las cosas con las que disfrutaba de la vida?
Pero, ¿qué creen? el cáncer me regaló otras cosas, como el amor de TODA MI FAMILIA, de mis amigos, conocidos y personas que no estaban en mi vida aparecieron y sus acciones y frases alentadoras hicieron a una Macrina fuerte, guerrera, luchona, pero más, más perceptiva a todo, a sentir el valor de cada una de las partes de mi cuerpo, porque antes de los tratamientos das por hecho que siempre van estar ahí, y les diré que no es nada padre no levantarte por ti misma, que no puedas comer lo que quieras, que no puedas tomas el sol, y más a mí que me encantaba ponerme negra de las asoleadas que me daba; a no poder nadar, cuando soy una verdadera sirena -bueno por el momento una ballena jijiji-; a no ir a fiestas o a lugares concurridos; a perder un poco la vista de mis ojos por la menopausia, porque con la histerectomía se adelanta y es una serie de subidas y bajadas en tus hormonas, aparte de que también te sube de peso; a querer salir corriendo y querer tomar decisiones bastante equivocadas.
Con esta enfermedad me di la oportunidad de inscribirme en la universidad en la carrera que ya había dado por perdida; a atreverme a manejar mi auto, que todos manejaban menos yo; a saber que mi físico sí es importante pero lo de afuera no hace a la de adentro, y la de adentro es la que mueve a la de afuera; que ya hay alguien que le gusto como estoy, y ¿saben? no hay que tenerle miedo al cáncer, hay que enfrentarlo porque te dará cosas para amarlo; a fin de cuentas, ya es parte de ti aunque sea un tiempo, y vas a convivir con él; te quita cosas buenas, pero te quita más cosas malas.
Hay diferentes tipos de cáncer, a mí me diagnosticaron cáncer de ovario en la fase C III avanzado, llevo tres ciclos de 6 sesiones, esta última sesión con refuerzo una semana después, sé que hay otros tipos de cáncer más agresivos, pero Dios sabe hasta dónde vamos a llegar y me llena de valor para que con esta enfermedad, o con otras, o sin enfermedad, vivas, vivas, y aunque ya esté más que trillada esa frase ¡échale ganas! no dejes de ver quién eres y lo que eres y, sobre todo, lo que tienes.
Hoy en día ya estoy en el Área de Oncología para supervisión, ya que mis niveles ya son normales, debo aclarar que ya dos veces estuve en supervisión en otra área, pero como dice el dicho «la tercera es la vencida».