Estas sustancias tienen capacidades antioxidantes que ayudan a prevenir los daños causados por los agentes radicales libres, presentes en el ambiente por la contaminación y la combustión de los motores, y generados durante el trabajo celular sobre todo por estrés oxidativo.
Los fitoquímicos también ayudan a evitar los daños causados por los rayos UV del sol. Hoy se sabe también que dichas sustancias pueden tener un efecto antiinflamatorio importante que se reconoce como muy valioso en el manejo y prevención de las enfermedades crónico-degenerativas que aquejan a una gran parte de la población; la mayoría de estas enfermedades, entre las que destacan diabetes mellitus tipo II, enfermedades cardiovasculares y enfermedades de las articulaciones, están relacionadas con la inflamación sistémica.
Incluso ahora a la obesidad se le considera una enfermedad crónica, sistémica e inflamatoria, de manera que el consumo de agentes antiinflamatorios que ayuden a revertir y prevenir estos procesos inflamatorios en el cuerpo resulta importante y debería ser una prioridad en el diseño de nuestras dietas, entendidas como lo que comemos cada día, y de nuestros planes de alimentación.
Las peras son una buena fuente de los nutrimentos convencionales que tienen efectos antioxidantes y antiinflamatorios, como las vitaminas C y E, el magnesio y el selenio, pero destacan sobre todo por su concentración de fitoquímicos, compuestos de descubrimiento reciente que tienen demostrados efectos en este sentido.
En un estudio recién conocido sobre envejecimiento, aplicado a 1,638 personas de edades entre 62 y 69 años del área de Baltimore en Estados Unidos, se descubrió que la combinación de peras y manzanas tiene la segunda mayor concentración de flavonoides (fitoquímicos antioxidantes y con poder antiinflamatorio) de entre todos los vegetales y frutas evaluados.
Esto se debe en parte a la elevada concentración de epicatequinas de las peras. El consumo promedio de flavonoides en el estudio fue de 14 miligramos por día, y una pera en promedio puede aportar hasta la mitad de la concentración de dichos compuestos. Así es, en tan sólo una pera se pueden obtener la mitad del compuesto con capacidades antiinflamatorias que demostraron tener un efecto preventivo y protector durante el envejecimiento celular, es decir que ayudan a prevenir y controlar el efecto de las enfermedades crónicas y degenerativas asociadas con los procesos inflamatorios, incluida la obesidad.
Las peras contienen grandes concentraciones de fitonutrimentos y agentes antiinflamatorios, que incluyen: derivados de los ácidos hidroxibenzóicos, ácidos hidroxicinamínicos, hidroxiquinonas, flavonoles y flavan-3-oles, así como quercetina y quemferol. En las variedades rojas de peras encontramos también antocianinas; carotenos y luteínas en muchas variedades amarillas; en las blancas y en la pulpa de todas las variedades también antoxantinas así como zeaxantinas. Virtualmente todos estos compuestos con efectos fitoquímicos han mostrado tener cualidades antioxidantes que previenen la oxidación y el daño a los tejidos y su degeneración, y ayudan a controlar los procesos inflamatorios desenfrenados de los tejidos que se asocian con muchas enfermedades crónicas y que lastiman y dañan su capacidad de autorregulación y de defensa, y que se relacionan con el estrés oxidativo excesivo y con condiciones como la diabetes mellitus tipo II, las enfermedades cardiovasculares y la obesidad.
Por todo lo anterior, incluir peras de distintas variedades de manera habitual en la dieta es una buena estrategia de prevención y control de daño de las enfermedades crónicas y degenerativas, incluida la obesidad, y debería de ser una recomendación para toda la familia, independientemente de su estado de salud.
*Escrito por la licenciada en nutrición Cecilia García Schinkel, colaboradora de la Asociación de Productores de Pera en EU.