No se trata de decir «que los tiempos de antes eran mejores«. La idea – comentó Sotelo Arias – es que el arquetipo tradicional de madres – hijos duró siglos. Éste se transformó en unas cuantas décadas, por lo cual el proceso de adaptación llevará su tiempo y claro que será para bien. «El problema esencial es que en muchas madres sí prevalece el instinto f de competitividad sobre el materno. Las mujeres están más preocupadas por su realización interna que por ser madres, pero llega un punto en la vida que hay que pagar factura y es cuando las madres se encuentran dentro del problema descrito«, dijo.
La Mtra. Lourdes Morales Carrillo, miembro y docente de CEEPI, explicó que este efecto se presenta con mayor crudeza en las madres solteras y las mamás que son el sostén económico principal del hogar. «Hay que añadir que en términos psicológicos las mamás de antes tenían menos ‘complejos’ porque eran menos conscientes de lo que hacían y confiaban más en su instinto materno. Ahora las mujeres son más instruidas y letradas, sobre todo en las áreas urbanas. Tienen mucha información que les dice cómo ser una buena madre y al final esto puede generar confusión, angustia y culpa si es mal interpretada dicha información«, dijo Morales Carrillo.
Los escenarios más comunes son:
- Una madre que trabaja todo el día y se siente incapaz de imponer disciplina con sus hijos debido a la culpa que le genera no estar con ellos.
- Mamás que tuvieron escenarios traumáticos en su infancia y que temen repetirlos con sus hijos y suelen ser indulgentes con ellos. «Es necesario hacer una diferenciación de lo que se fue a lo que son actualmente los hijos de uno. El contexto no es el mismo y las personas cambiaron. Puede ser un parámetro pero nunca es bueno irse al polo opuesto«, manifestó Morales.
- Mamás divorciadas que estrenan pareja y se sienten culpables con sus hijos por esta razón . «La madre tiene que quitarse la culpa porque en la medida que ella funcione mejor como mujer, lo hará mejor como madre», dijo Sotelo Arias.
- ¿Hasta donde regañar? «Antes un grito a un niño era un grito. Ahora implica una carga emocional donde la madre se pregunta si está siendo justa o no con sus hijos. Quitándose la culpa, la razón impera y es más fácil ser justo«, dijo Morales.
En cualquier caso cuando el escenario se torna ingobernable y los límites entre madre e hijo son inexistentes lo mejor es acudir a la ayuda de un profesional. En este sentido CEEPI dispone de psicólogos infantiles y clínicos capaces de poner remedio a los problemas expuestos.