noviembre 24, 2024

Mitos y cuentos de hadas

Mujer con vestido blanco en un bosque
Nazaret Estrada
Nazaret Estrada

Hay muchas maneras de leer un cuento de hadas. Lo puedes hacer desde el mensaje moral y la historia en sí misma, (como casi siempre lo leemos), desde sus símbolos (viendo que simboliza un anillo, un burro, una cocina…y una vez descifrado el mensaje ver cual es la historia atrás de la historia), desde su trascendencia transpersonal, (los “obstáculos” que tienen que pasar los protagonistas, sea la muerte, el incesto, el odio, la venganza o la culpa que cuando son superados, nos dan una lección espiritual) o desde la mitología.

Mujer con vestido blanco en un bosque

[/media-credit] «Puedes decir con certeza que lo amado es siempre bello, pues del amor el destello a todo infunde belleza; añade que la hermosura vale mucho, mas no tanto como el ingenio; el encanto más precioso y que más dura«, Charles Perrault

Desde este punto de vista, los cuentos de hadas van a contar una vez más, aquello que los hombres primitivos no podían explicarse por si mismos: el sol, la noche, el rayo, la luna, los mares, las estrellas… el Cosmos. Aunque ahora, en lugar de dioses y diosas, los personajes van a ser princesas, príncipes, hadas, brujas, duendes…

Muchos de estos cuentos, vienen de viejas leyendas y narraciones europeas que se transmitían oralmente. En el siglo XVII, Charles Perrault, escritor y recopilador de cuentos infantiles que formó parte de la corte de Luis XIV, escribió a los 55 años, “Los cuentos de mi madre la Oca” (1697). En este libro aparecen los famosísimos y mil veces cuentos contados en varias y diferentes versiones: Pulgarcito, La bella durmiente, Caperucita Roja y Piel de Asno.

Piel de asno es el cuento de la bella princesa adolescente que, para huir de su padre incestuoso, huye de su casa disfrazada con la piel de un asno, para así, tapar su belleza. Se refugia en un palacio cercano al suyo y se hace pasar como cuidadora de gansos. Dada su fealdad y su pobreza, sufre burlas y desprecios. Siendo considerada la más “humilde” de la servidumbre, le proporcionan un pequeño y obscuro cuarto donde vivir. Allí, cada noche, la princesa se quita su piel de asno y luce su esplendorosa belleza. Es así como el príncipe de esa comarca la ve y se enamora de ella. Finalmente, se descubre su secreto y como ya no tiene de que esconderse y se sabe amada por el príncipe, acepta casarse con él.

Desde el punto de vista mitológico, en boca de Andre Lefevre, autor del libro “Mitología de los cuentos de Perrault”. Los padres incestuosos (descritos en otros cuentos), son el sol que persigue a la aurora (las hijas adolescentes). Ellas, para huir de sus padres, se disfrazan durante la noche (emplean una piel de asno) y huyen al crepúsculo. El príncipe que las salva, es otro sol.

Las herramientas que emplean a lo largo del cuento como los anillos, los collares, las coronas o vestidos color de la luz, son los emblemas del paso del tiempo. La cocina, simboliza, la transformación. La protagonista se quita su piel de asno (la noche) y se transforma en aurora.

En muchas culturas antiguas el asno era considerado, animal solar. En otros tiempos, los asnos eran sacrificados en honor a Apolo (el dios del sol). Asimismo, “El burro se vincula a Saturno, el segundo sol, (Saturno es conocido como el sol negro. Es el Dios del tiempo y de la creación. El sol negro simboliza entre otras cosas, camino de la iluminación hacia la luz negra,. Dia/noche)” (1) ”El asno silvestre, simboliza los ascetas del desierto solitario”” (2) De este modo, el cuento de Piel de asno nos relata la historia del ocaso y de la aurora.

“ Cuando al atardecer el sol se precipita en la noche, la aurora de la tarde (…) escapa del astro que declina, se esconde en la bruma que cada día se convierte en brillante rocío. En su huída, conserva su poder luminoso, la esencia misma del espacio, del sol, de la luna y de todos los astros (…) Alcanzada por el sol que se levanta, aún se oculta varias veces bajo los vapores casi disipados, después segura de volver a empezar el curso periódico de sus manifestaciones, se entrega al gran astro y se reabsorbe en su esplendor” [3].

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Este cuento, como todos, también tiene su moraleja y sus valores, lo que llevaría a otra lectura.

Sitios de interés

Referencias

  1. Chevalier, Jean. “Diccionario de Símbolos” Editorial Herder, España, 1988, p. 146
  2. Idem
  3. Andre. “Mitoligía de los cuentos de Perrault” Ediciones Obelisco, México, 1986, p. 30
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