Cuando sufrimos maltrato en cualquiera de sus variaciones: físico, emocional, sexual, económico, laboral, abandono, indiferencia, etc. Tiene un impacto en nosotros tan poderoso, que sus efectos no terminan inmediatamente al “escapar” de él, ya que quedan fracturas que van a llevar no sólo tiempo, sino esfuerzo y trabajo interno superar.
Al ser dañada nuestra estima, la manera de percibir la realidad está distorsionada, una de las primeras dificultades a las que nos enfrentamos, es el no tener control de nuestra vida, porque hemos estado sometidos a circunstancias adversas que nos han controlado, por lo que al salir al mundo otra vez, tenemos miedo, nos sentimos vulnerables.Sabemos que la decisión de alejarnos del maltrato es la adecuada, pero en el fondo es difícil visualizar nuestra vida de otra forma, porque a pesar del dolor que éste implicaba, era “nuestro sistema de vida”, en general esto no lo expresamos abiertamente, porque nos avergüenza, pero es natural en nuestras condiciones y precisamente para comprender éste tipo de cosas, el trabajar en nuestros procesos internos es imprescindible, para no aumentarnos culpas innecesarias.
Es triste, pero real después de haber pasado por una larga travesía donde hemos sido maltratados, tanto hombres como mujeres, damos demasiado crédito a las atenciones amables, a la buena educación, a los detalles que inspiramos por el sólo hecho de ser personas que merecemos ser respetadas.
Nos cuesta trabajo entender, que ése comportamiento no es extraordinario es «normal«. No tenemos que ser maltratados y los demás sólo nos dan el trató que merece cualquier ser humano por el sólo hecho de serlo. Cuando estamos saliendo de una situación similar, es muy importante darnos un tiempo considerable, antes de tomar decisiones de trascendencia en nuestra vida, porque podemos precipitarnos adjudicándoles cualidades a las personas que no tienen y magnificando situaciones que no lo ameritan.
Superar los efectos que ha dejado el maltrato en nosotros es de vital importancia, porque de esto depende que las decisiones que tomemos en el futuro estén basadas en nuestro bienestar.
Es recomendable allegarnos de todos los recursos que sean posibles como: familia, buenos amigos, grupos recreativos y de apoyo, asesores espirituales, etc. Y por supuesto de una asesoría psicológica y médica, dependiendo de nuestra circunstancia física y emocional.
Si bien es cierto que sabemos lo que ya no queremos en nuestra vida, ahora tenemos que aprender a vivir de la forma en la que sí queremos vivir, para transmitir fuerza y seguridad, mostrando con nuestra actitud y acciones a los demás, que la forma de comunicarse con nosotros debe ser en base al respeto y “buen trato” y que no vamos a aceptar condiciones diferentes, de ésta manera cualquier relación que entablemos va a ser sana y constructiva.
Recuerda, lo más difícil ya lo lograste, ya no estás en un entorno de violencia, lo que resta es que te enfoques en proporcionarte pase lo que pase, los medios y el tiempo necesario para darte la vida que te mereces.