La diputada María Gloria Hernández Madrid propuso reformar el artículo 46 de la Ley General de Salud para que las salas de urgencias en los hospitales cuenten con dormitorios, bebederos, baños limpios, conectividad, y en general, condiciones dignas para usuarios que esperan noticias de sus familiares enfermos internados.
Planteó que las normas oficiales que expida la Secretaría del ramo para la construcción, mantenimiento y operación de los hospitales deberán contener reglas tendentes a preservar la higiene, comodidad y dignidad de las personas que se ven precisadas a aguardar a sus pacientes en salas de espera de dichas instalaciones.La iniciativa, turnada a la Comisión de Salud, refiere que en esos espacios hay personas –incluyendo adultos mayores, niñas y niños— que se ven obligadas a dormir en bancas o en el suelo, además de sufrir precariedad de sanitarios, escasez de agua potable, falta de limpieza, hacinamiento y asientos insuficientes.
“A la incertidumbre sobre la salud de las personas se agregan las condiciones indignas en que sus parientes esperan noticias o la oportunidad para acercarse a sus camas”, que se ha vuelto una circunstancia indisoluble de la atención hospitalaria.
Hernández Madrid reconoció que aunque la responsabilidad no es completamente de las instituciones de salud, pues operan bajo limitaciones financieras que redundan en perjuicio de la atención a los usuarios, se debe reformular el modelo existente con soluciones que preserven la dignidad de quienes hacen prolongadas guardias en las salas de urgencias médicas y hacerlos más humanos.
Se busca evitar a los usuarios mayores sufrimientos de los que suponen las enfermedades de sus pacientes, “a fin de hacer realidad el derecho a la salud previsto en el artículo 4o. de la Constitución”.
Propuso instalar:
- Pequeños dormitorios
- Bebederos
- Baños limpios
- Áreas de esparcimiento para menores de edad
- Redes de wi-fi
- Servicios de televisión
- Préstamo de libros
- Incluso, instalar capillas ecuménicas, “sin que se interprete –aclaró— como una trasgresión de la laicidad del Estado”.
Aceptó que estas medidas impactan presupuestalmente, pero no significan innovaciones cuya implantación escape a una lógica de austeridad. “No se habla de grandes construcciones o de adquirir tecnología de punta, sino de crear espacios más aptos para la estancia humana, como ocurre en aeropuertos, terminales de autobuses, restaurantes, transporte público y algunas oficinas”.