Durante la temporada invernal aumenta la frecuencia de depresión, un trastorno que está relacionado con la disminución de luz solar.
Es importante saber que este trastorno emocional se presenta con síntomas como cansancio sin causa aparente, apatía, desgano, pérdida de energía, irritabilidad, pensamientos negativos y derrotistas, insomnio o mucho sueño durante el día y falta o aumento del apetito.
Aunque las personas con más posibilidades de sufrir depresión estacional son quienes tienen ya diagnosticada alguna enfermedad psicológica o trastorno bipolar, los niños, adolescentes y mujeres no están exceptos, así como adultos mayores, sobre todo quienes viven solos, aislados o inestabilidad emocional.
Para reducir el riesgo de depresión invernal, además de la exposición a la luz solar, se debe incrementar la actividad física con breves caminatas al exterior de la casa y, si se tiene la costumbre de dormir de día, que sean siestas de menos de 20 minutos, así como, alimentarse adecuadamente y evitar la ingesta de alcohol.
Este trastorno es un subtipo de depresión relacionado con los cambios de estación y el clima, que se combina con factores como el cierre de ciclo de cada año, la pérdida de un ser querido, problemas familiares o duelo.
La depresión invernal, también conocida como Trastorno Afectivo Estacional, afecta a entre 4 y 8 por ciento de la población general, en una proporción de cuatro mujeres por un hombre.
Para el diagnóstico oportuno se emplean protocolos de atención donde pueden intervenir especialistas en psicología o psiquiatría, así como médicos de primer contacto capacitados en el tema, de esta manera se puede lograr el control de la enfermedad y que la persona se reincorpore a sus actividades cotidianas.
En este proceso, la familia juega un papel importante en la detección de la depresión, por lo que se aconseja tener una comunicación abierta, empática, clara y cercana, a fin de que las personas expresen sus emociones.
Cabe mencionar que en México se lleva a cabo una “revitalización” de la estrategia de Atención Primaria de la Salud, que incluye a los trastornos mentales para garantizar el acceso a toda la población que lo requiera a los servicios integrales de salud mental, en condiciones de igualdad y sin discriminación.
La Estrategia Nacional de Prevención de Enfermedades se desarrolla bajo un enfoque multisectorial, integral y coordinado, con el fin de generar redes de apoyo que intervengan y detecten los diversos factores: biológicos, psicológicos, sociales, ambientales y culturales. Al mismo tiempo, identificar los datos que nos dicen que alguien está en riesgo.
Con información de Secretaría de Salud, Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste).