noviembre 23, 2024

Convoca OMS que ante respuesta a COVID-19 países deben actuar para proteger servicios de inmunización

Libreta de caalendario con ilustración de jeringa
Plenilunia Salud Mujer
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El cierre de los servicios de inmunización durante la pandemia de COVID‑19 puede provocar un resurgimiento de enfermedades que pueden prevenirse con vacunas seguras y eficaces, advierte la Organización Mundial de la Salud en vísperas de la Semana Mundial de la Inmunización del 24 al 30 de abril de 2020.

Libreta de caalendario con ilustración de jeringa

[/media-credit] OMS advierte de que, sin servicios de salud esenciales, los avances en la cobertura de inmunización que tanto ha costado realizar corren peligro.

Cuando se interrumpen los servicios de inmunización, incluso durante breves periodos de emergencia, aumenta el riesgo de que se produzcan brotes de enfermedades prevenibles mediante vacunación, como el sarampión y la poliomielitis. El mortífero brote de sarampión del año pasado en la República Democrática del Congo, que se cobró más de 6 mil vidas en un país que ya se enfrentaba a su mayor brote de ebola, pone de relieve la importancia de mantener los servicios de salud esenciales, como la inmunización en situaciones de emergencia. Los sistemas de salud que ya están luchando contra los efectos de la COVID‑19 también se verán abrumados por nuevos brotes de enfermedades.

«Los brotes de enfermedades no deben seguir siendo una amenaza cuando disponemos de vacunas seguras y eficaces para protegernos«, dijo el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS. «Mientras el mundo se esfuerza por desarrollar una nueva vacuna contra la COVID‑19 a una velocidad récord, no debemos arriesgarnos a perder la batalla de proteger a todas las personas de todos los lugares frente a las enfermedades prevenibles mediante vacunación. Estas enfermedades volverán a atacar si no vacunamos«.

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La OMS está trabajando con asociados de todo el mundo para acelerar la investigación y el desarrollo de una vacuna segura y eficaz y garantizar un acceso equitativo a los miles de millones de personas que la necesitarán.

Sin embargo, incluso con un proceso acelerado, el desarrollo de una vacuna contra la COVID‑19 llevará tiempo. Las medidas de precaución son esenciales ahora para ayudar a mantenernos a salvo de las enfermedades, incluidas aquellas para las que ya disponemos de vacunas para niñas, niños y adultos.

Todavía hay demasiadas personas excluidas de los beneficios de las vacunas

Antes de la pandemia de COVID‑19, el mundo había hecho enormes progresos para conseguir que las niñas y los niños fueran vacunados. En 2018, el 86% de las niñas y los niños menores de 5 años en todo el mundo fueron vacunados con 3 dosis de la vacuna contra la difteria, el tétanos y la tos ferina (DTP3) y una dosis de la vacuna contra el sarampión, en comparación con el 72% en 2000 y el 20% en 1980. El número de niñas y niños paralizados por la poliomielitis se ha reducido en un 99.9% en todo el mundo.

Sin embargo, la cobertura de vacunación mundial está todavía lejos de la cobertura del 95% necesaria para proteger plenamente a las comunidades contra los brotes de esta enfermedad prevenible mediante vacunación.

En 2018, casi 20 millones de niñas y niños en todo el mundo —más de 1 de cada 10— se quedaron sin vacunas vitales, como aquellas contra el sarampión, la difteria y el tétanos. Aproximadamente 13 millones de niñas y niños nunca han recibido ninguna vacuna, lo que los pone a ellos y a sus comunidades en riesgo de padecer enfermedades y morir. La mayoría de estas niñas y niños viven en países con sistemas de salud ya frágiles, lo que limita aún más su acceso a los servicios esenciales de salud cuando enferman.

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El sarampión sigue siendo una amenaza constante, especialmente si las tasas de vacunación disminuyen. Las previsiones actuales indican que hasta 800 mil personas pueden haberse contagiado de la enfermedad en 2019. En 2020 existe una creciente preocupación por otro resurgimiento de la enfermedad, especialmente si las tasas de vacunación disminuyen debido al retraso o la suspensión de las actividades de inmunización programadas como consecuencia de la enfermedad de COVID‑19.

Los brotes de poliomielitis, difteria y fiebre amarilla también son motivo de gran preocupación, especialmente en los países con menor capacidad de responder con rapidez y decisión para hacer frente a un brote emergente, como se ha visto en emergencias anteriores como el brote de poliomielitis en Siria en 2013.

Mantener los servicios de inmunización durante la pandemia de COVID-19

Mientras dure la respuesta a la COVID-19, los países deben actuar para proteger los servicios de inmunización, con el fin de seguir reduciendo al mínimo los brotes de enfermedades y las pérdidas de vidas. Ello incluye facilitar poner en marcha de programas urgentes de actualización en lugares donde los servicios se hayan visto interrumpidos y garantizar cadenas de suministro sólidas, la vigilancia de las enfermedades y la disponibilidad de trabajadores sanitarios capacitados.

Los cuidadores también deben asegurarse de seguir vacunando a sus hijas e hijos de conformidad con las políticas nacionales.

En las nuevas directrices de la OMS sobre inmunización y la COVID-19 se recomienda que los gobiernos detengan temporalmente las campañas de inmunización preventiva cuando no haya un brote activo de una enfermedad prevenible mediante vacunación. Sin embargo, se convoca a los países a que den prioridad a la continuación de la inmunización sistemática de las niñas y los niños en el marco de la prestación de servicios esenciales, así como a la vacunación de los adultos de mayor riesgo, por ejemplo contra la gripe. Si hay que suspender los servicios de inmunización, deben reprogramarse vacunaciones urgentes de puesta al día lo antes posible, dando prioridad a los colectivos de mayor riesgo[.]

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