noviembre 24, 2024

Los ojos del alma para soñar un mundo mejor

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Plenilunia Salud Mujer
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Por Laura Celma Rojas, psicoterapeuta. Vínculo Colectivo. Siempre me ha intrigado la realidad que nuestros ojos son capaces de ver y, a veces más de lo que quisiera, finjo no ver y me disculpo por ello pensando que son tan duras algunas realidades que preferiría estar cegada y ser feliz, ajena a tanta desgracia, protegida por la ignorancia.

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Los ojos del alma.

Voltear para otro lado se ha vuelto el cáncer de la sociedad, apenas superado por el juzgar.

Cuando estoy decepcionada de la humanidad creo que es porque nos hemos vuelto unos cobardes, con una frustración tan profunda que es imposible creer que la vida pueda ser diferente, que la maldad es tan grande que nos ha rebasado y nos ha dejado sin ojos, sin manos, sin lengua y sin corazón.

Soy recia con mi falta de acción, me avergüenza y en silencio agacho la cabeza, reclamo al vacío, me vuelvo mezquina y me cuestiono la existencia de Dios.

Peligrosa esa propuesta de “ser feliz” a pesar de todo, cuando hay situaciones tan injustas, dolorosas y oscuras; tal vez nos hemos vuelto esos cobardes por huir de la tristeza, entendiéndola como castigo, en lugar de enfrentar con aplomo nuestros duelos; porque darle su espacio al dolor no es quitar gozo a las alegrías.

Otros días, cuando tengo esperanza en la humanidad pienso que podemos aprender a sentir, ver, decir, hacer, ser agradecidos, justos, amables en las batallas con uno mismo y con los demás.

Soy compasiva con aquellos que pasan de largo, entiendo que no pueden ver, entiendo que no siempre mis ojos quieran ver.

Me vuelvo al cielo, ahí siento a Dios, sin espacio para dudas y me encuentro en la mirada del otro, aunque sea solo un instante. Sonrío, creo, creo, creo. Y vale la pena.

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Me han mentido, traicionado y lastimado, porque he creído, aliado y permitido.

Aunque quisiera, no podría ser diferente, espero siempre tener la fuerza (o la necedad) de volverlo a hacer, reconocer y dominar los miedos egoístas de mi esencia humana para evitar ser tirano de tu historia; aun así, y tal vez más que nunca ¡quiero ver!, porque también me ha observado el amor, el perdón, la consideración, la paciencia.

Me sé bendecida al sentir que mis penas se hacen pocas en la compañía del alma de ese otro tan ajeno como hermano.

Yo sí te veo, aquí estoy y aunque con preguntas en la cabeza, entendiendo, e incluso a veces en secreto anhelo tu aislamiento, respeto que no quieras ver más.

Ojalá que la lengua se nos haga nudo antes de juzgar, ojalá que se nos atrofien las manos antes que empuñar un arma, ojalá que nuestro corazón se haga piedra antes que un nido de odio.

Si un día vemos algo tan atroz que nos haga cerrar los ojos, ojalá que sea para soñar en un mundo mejor.

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