El juego es importante en cualquier momento de la vida, pero en los niños es esencial para su desarrollo psicológico. Tiene dos caminos importantes: El primero se refiere a todo lo que implica el progreso integral emocional y psicomotor, y el segundo como una perspectiva que apoya lo social.
“El juego tiene una gran importancia en la vida humana porque no solamente implica diversión y recreación, sino que implica en sí mismo una forma de comunicación” explica la psicóloga Liora Stavchansky.
El aprendizaje tiene que ver con las herramientas que los niños van adquiriendo para pensar mejor, para conocerse a sí mismos y a su entorno, pero esto resulta aún mejor si lo hace jugando.
Los papás tienen un papel muy importante en todo este proceso, pues deberían ser los motivadores del juego. “Su imagen de autoridad muchas veces les impide darse a la tarea de realizar este tipo de actividades con sus hijos. A veces los papás depositamos nuestra historia tanto psicótica como negativa en nuestros pequeños” agrega Liora.
A través del juego se logra tener un dialogo más abierto y se construye un ambiente cordial. “Cuando jugamos con nuestros pequeños nos solamente inculcamos educación, además logramos que sientan confianza”.
Como el juego tiene reglas, genera limites. Si no es así entonces no se trata de un juego bien fundamentado, es sólo divertimento. Si no se aceptan las reglas entonces no se puede jugar.
El juego y el juguete van cambiando al pasar el tiempo, a través de las diferentes etapas que vive un niño; pero lo que es permanente es la necesidad de divertirse.
Los padres van entendiendo lo que sus hijos quieren en la medida en la que están involucrados con ellos y sus actividades. “Es difícil detectar lo que necesitan si no estamos presentes. Nosotros tenemos la responsabilidad de saber con qué están jugando y qué objetos les ofrecemos, igual sus maestros”.
Los objetos son esenciales para su desarrollo porque el niño va experimentando a través de ellos e interactúa con los demás también a través de los artículos que manipula. “Esto sucede con las nuevas gelatinas DanyXprim que se pueden apachurrar, huelen, se pueden palpar, tienen olores, colores y son divertidos. Son alimento pero también les permite experimentar sensaciones, son para niños de 6 a 12 años” comenta la psicóloga.