La Dra. Minerva Gómez, Presidenta de la Fundación Mexicana para la Dermatología, destaca que aunque muchos de los efectos secundarios cutáneos de los tratamientos oncológicos son inevitables, resulta de gran importancia su detección, prevención y tratamiento precoz para lo cual es aconsejable visitar a su dermatólogo cuando los síntomas son incipientes, lo que evitará disminuciones o suspensiones del tratamiento y el empeoramiento de los síntomas, mejorando la calidad de vida del paciente.
De acuerdo a la Dra. Gómez, las principales afectaciones en la piel que sufre el paciente oncológico, son efectos secundarios de dos de los tratamientos más comúnmente utilizados, la quimioterapia y la radioterapia.
La quimioterapia resulta muy eficaz, pero no es capaz de distinguir entre las células cancerígenas y las normales, por lo que suele producir efectos colaterales en órganos con un recambio celular importante como el tubo digestivo o la piel. Por el contrario, la radioterapia tiene una acción más localizada, logrando destruir las células malignas pero también otras que encuentra a su paso como las células cutáneas de la zona en cuestión.
- La quimioterapia produce efectos colaterales en órganos con un recambio celular importante,
- Cualquier tratamiento aplicado para el tratamiento del cáncer puede ser potencialmente agresivo para la piel.
La radioterapia produce un daño directo, por irradiación sobre la piel que puede causar lesiones agudas como quemadura de diferentes grados o lesiones más crónicas, en este caso produciendo adelgazamiento de la piel, aparición de vasos irregulares y coloración irregular e incluso incrementando el riesgo de cáncer de piel. Afortunadamente hoy día ha evolucionado mucho la dosificación de radioterapia, permitiendo optimizar resultados.
Sin embargo, existen 7 efectos secundarios recurrentes a los cuales se tiene que prestar atención, a fin de disminuir los daños que provoca en la calidad de vida de los pacientes:
- Dermatitis. La radioterapia produce invariablemente cierto grado de dermatitis, que será variable según la dosis y el tipo de piel receptora y de especial repercusión en aquella aplicada sobre cabeza y cuello. Un inconveniente son unos pequeños tatuajes indoloros pero incomodos pues son permanentes y recordarán al paciente su paso por el tratamiento y la enfermedad.
- Alopecia. El efecto secundario más frecuente es la alopecia o caída del cabello. Después de la quimioterapia suele ser reversible. En el caso de la radioterapia, las posibilidades de recuperación dependerán de la dosis y la zona tratada, mientras tanto se puede usar peluca o maquillaje terapéutico en el caso de perder las pestañas y cejas. Durante el periodo de recuperación se pueden utilizar complementos vitamínicos con cistina y metionina que fortalezcan la queratina del cabello.
- Erupción Acneiforme. Consiste en la aparición de “granos” y pústulas. En muchas ocasiones puede llegar a indicar incluso una buena respuesta al tratamiento.
- Prurito. Muchos de los pacientes sufren prurito, la cual es una sensación de comezón en el cuerpo. Se da en el 27% de todos los tumores y si hay coléstasis llega hasta el 80%.
- Úlceras tumorales. Son muy frecuentes y son el resultado de la infiltración y la proliferación de células tumorales en la piel, tanto de un tumor primario de piel, como la invasión por contigüidad o por metástasis a distancia. Su evolución natural es el aumento de tamaño, necrosis y ulceración con difícil cicatrización.
- Linfedemas. El cuerpo del paciente oncológico puede sufrir de linfedemas, las cuales son edemas tisulares por fallo en el drenaje linfático que suele afectar a una o más extremidades. Puede aparecer desde semanas hasta 30 años después de la cirugía. Los síntomas más frecuentes son la tirantez, pesadez, trombosis, malestar emocional. Es característico la hinchazón de la extremidad persistente. Es importante diferenciar del edema por otras causas insuficiencia cardiaca, hipoproteinemia, insuficiencia renal terminal, fármacos, trombosis entre otras.
- Fístulas. Otras alteraciones que pueden sufrir los pacientes con cáncer, son la aparición de fístulas; úlceras por presión. Los pacientes con cáncer son «especialmente vulnerables» ante los rayos ultravioleta y, por ello, es necesario que extremen las precauciones y se apliquen fotoprotectores al menos cada dos horas cuando se expongan a la luz solar, según la dermatóloga Minerva.
En conclusión, la Presidenta de la FMD advierte que pese a que el tratamiento del paciente oncológico cada vez es más específico y con menores complicaciones asociadas, persiste un notable número de efectos adversos cutáneos relacionados con la terapia de la enfermedad. Las reacciones cutáneas secundarias a radioterapia o quimioterapia no suelen revestir especial importancia en cuanto al pronóstico del paciente y en un gran número de casos pueden tratarse con pautas relativamente sencillas de fármacos tópicos o sistémicos.
Debe remarcarse la necesidad de seguir controles dermatológicos regulares, en especial para evaluar las zonas tratadas con radioterapia, debido al riesgo potencial de degeneración maligna.