Hace poco fui a una juguetería y noté que casi todos los juguetes de niña son para domesticar a las mujeres y ser el ama de casa ejemplar, ahora en versión moderna pero sigue habiendo carriolas, muñecos que se les cambian los pañales, que lloran, que se deben alimentar, que tienen mocos que limpiar, y si nos vamos al departamento del hogar hay cocinetas, escobas, limpiadores, etc.
Ahora que si nos referimos a Disney (y miren que amo sus películas) las princesas son básicas para las niñas y todas se quieren disfrazar de Bella, Aurora, Blancanieves, Cenicienta o la que más les guste. A todas se nos inyecta el “y fueron felices para siempre.” Y, lo peor, unas sí se lo creen muy duro; iniciando la cuenta regresiva, otra vez por la presión social o el “metichismo” como lo llamo yo, por encontrar una pareja y formar una “familia”; ah claro, la familia a la mexicana.
El viento en las mujeres -dicen- hace que el tren se vaya pronto. Se lleva la belleza. El reloj biológico nos dice tic, tac, tic tac porque no espera y hay una fecha límite para poder ser mamás… Y mientras todo esto pasa, una se dedica a ser profesionista, a tener éxito en el trabajo, a asentar nuestra independencia. Sí, todo a la vez.
Y qué pasa cuando después de todo, una mujer decide con su pareja no casarse y sólo vivir juntos, o no pueden tener hijos, o, “peor aún”, decide no tener hijos. ¿Será que el viento se lo llevó todo?, ¿se habrá llevado la ilusión de esa mujer de materializar lo que jugaba en su infancia?, ¿o sólo se llevó lo esperado por la sociedad ante las expectativas de ella y del deber ser, de lo que se espera del ciclo de su vida? Tal vez a esas mujeres nos hizo falta jugar un poco más a la casita…