Insulina en diabetes: rompiendo mitos y aprendiendo a aplicarla bien para vivir mejor

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A pesar de los avances en tratamientos para la diabetes, en México persisten muchos mitos que alejan a los pacientes del uso correcto de la insulina, uno de los pilares más importantes para mantener la glucosa bajo control y prevenir complicaciones graves.

Es común escuchar frases como: “Si empiezo insulina, es porque mi diabetes ya está muy mal”, “me volveré dependiente” o “voy a subir de peso”. También hay miedo a las agujas o a inyectarse mal. Sin embargo, usar insulina de forma adecuada no solo mejora los niveles de glucosa en sangre, sino que puede prevenir complicaciones silenciosas como daño renal, pérdida de visión, neuropatía e incluso amputaciones.

Aplicarse insulina no debería ser motivo de miedo ni vergüenza. Con educación en diabetes, práctica y acompañamiento médico, este tratamiento puede transformar la vida de una persona con diabetes, dándole más libertad, confianza y salud a largo plazo.

La insulina no es un castigo: es una herramienta de vida

De acuerdo con Mariana Buss, gerente médica de embecta™ Latinoamérica, solo el médico tratante puede determinar cuándo y qué tipo de insulina usar. Este tratamiento debe acompañarse de un equipo multidisciplinario que oriente al paciente de forma integral: alimentación, actividad física, emociones y educación son tan importantes como la insulina misma.

“Cuando la insulina se utiliza de manera correcta, reduce hospitalizaciones, previene complicaciones a largo plazo y permite mayor flexibilidad en la alimentación, siempre bajo control médico”, explica la especialista.

La técnica sí importa: cómo inyectarse insulina correctamente

Una parte clave de este tratamiento es la técnica de aplicación. Muchos errores se cometen al repetir la inyección en el mismo sitio o usar agujas viejas o mal cuidadas. Estos descuidos pueden causar lipohipertrofia (bultitos bajo la piel), que afecta la absorción de la insulina, genera dolor y provoca variaciones peligrosas en los niveles de glucosa.

Usar insulina de forma adecuada no solo mejora los niveles de glucosa en sangre, sino que puede prevenir complicaciones silenciosas como daño renal, pérdida de visión, neuropatía e incluso amputaciones.

¿Cómo hacerlo bien?

  • Utiliza agujas ultrafinas (4 mm para plumas, 6 mm para jeringas).
  • Cambia el sitio de aplicación en cada inyección (abdomen, muslos, glúteos, brazos), manteniendo 1 cm de distancia entre punciones.
  • No reutilices agujas: pierden filo y pueden dañar la piel.
  • Mantén la insulina refrigerada sin congelar. Al usarla, déjala a temperatura ambiente para evitar dolor.

Estas pequeñas acciones hacen una gran diferencia en la eficacia y seguridad del tratamiento.

Lipohipertrofia: la complicación silenciosa

Entre el 37% y 64% de los adultos que usan insulina tienen algún grado de lipohipertrofia. ¿Por qué ocurre? Principalmente por pincharse repetidamente en el mismo lugar sin rotar. Esto no solo causa dolor y molestia: afecta la absorción de la insulina y puede provocar tanto hipoglucemias como hiperglucemias.

Para evitarla:

  • Divide las zonas de inyección en cuadrantes o mitades y rota sistemáticamente.
  • No uses el mismo punto dos veces seguidas.
  • Revisa periódicamente la piel para detectar endurecimientos o cambios.

La educación es parte del tratamiento

Aplicarse insulina no debería ser motivo de miedo ni vergüenza. Con educación en diabetes, práctica y acompañamiento médico, este tratamiento puede transformar la vida de una persona con diabetes, dándole más libertad, confianza y salud a largo plazo.

“Un tratamiento bien aplicado tiene beneficios claros: mejora los niveles de glucosa, previene hospitalizaciones, retrasa complicaciones y permite mayor flexibilidad en la dieta”, asegura Mariana Buss.

Recuerda: la insulina no es señal de fracaso, sino una aliada poderosa para vivir mejor.

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