Sabía que parte del atractivo del servicio, es que cuenta con varios canales que transmiten programas que no se ven en la televisión abierta, pero creo que no era totalmente consciente de esta situación, por lo que a los pocos días surgió en mí la preocupación por ciertos contenidos: excesiva violencia y pornografía.
Me intranquilizaba, principalmente, el que mis hijos tuvieran acceso a esas emisiones y se formaran un concepto equivocado de la vida y de la sexualidad, así que me di a la tarea de investigar qué es lo que podía hacer.
En esa búsqueda, me encontré con lo que el periodista y escritor español, Joaquín Arozamena, experto en comunicación, llama prácticas saludables para aprender a ver la televisión. Son 15 consejos, de los que retomo los más importantes:
- Los padres deben tomar conciencia de que hay contenidos de televisión que pueden ser inadecuados para los niños y elegir los más idóneos para cada edad.
- Es importante ver la televisión con los hijos y platicar con ellos sobre los programas y sus contenidos.
- Es conveniente explicar al niño la diferencia entre realidad y ficción, y prevenirlos sobre la información que va en contra de los valores.
- Los padres deben controlar el tiempo que los niños ven la televisión.
- A veces, no sólo puede ser contraproducente lo que ven los niños, sino lo que ellos ven que ven sus padres.
- La televisión no es una niñera; se debe evitar la tentación de acudir a ella como única forma de entretenimiento o diversión.
- Antes de encender la televisión, es importante saber lo que se va a ver, no encenderla para ver lo que hay. Y saber cuándo apagarla.
- Cuando los niños ven la televisión en su cuarto, disminuye la capacidad de los padres para supervisar los contenidos.
Además, tuve la oportunidad de leer el escrito “Ladrona de tiempo, criada infiel”, de John Condry, publicado en el libro La televisión es mala maestra, editado en México por el Fondo de Cultura Económica, del que te presento algunos comentarios:
“Si la escuela fuera más eficiente, la televisión no sería tan poderosa”.
“Está ampliamente documentado que la cantidad de violencia contenida en los espectáculos para niños es sustancialmente mayor que la de los programas para adultos transmitidos durante el horario de máxima audiencia”.
“Presenciar programas televisivos violentos influye no solo sobre el comportamiento, sino también sobre actitudes, creencias y valores. Por ejemplo, los jóvenes que ven mucha televisión en general tienen más miedo de las situaciones violentas que pueden darse en el mundo real. Otros, en cambio, están insensibilizados respecto a la violencia, o sea que esta les impresiona menos: su respuesta a la violencia se reduce”.
“Es necesario instruir a los niños sobre el uso que se puede hacer de la televisión y sobre las cosas para las cuales la televisión no sirve”.
“Antes que ignorar la televisión, la escuela debería alentar a los niños a discutir los programas y las ideas – buenas y malas- que comunica. La escuela debería elaborar programas pedagógicos que enseñaran a los niños a ser telespectadores críticos, y ello a una edad bastante precoz”.
“Los niños son abandonados a una criada infiel que los expone a ‘narraciones incoherentes relatadas por personas incoherentes’”.
En lo personal, creo que en la televisión existen programas buenos y malos, por eso es importante supervisar lo que ven nuestros hijos y acompañarlos el mayor tiempo posible en esta actividad.
En la página de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria, los doctores Juan José Morell y Josep Bras , consideran que “La televisión, al igual que la radio, los coches, el teléfono o los ordenadores, forma parte de nuestra vida cotidiana y de nuestros hogares, y es además un elemento fundamental de la cultura de nuestro tiempo; puede ser un medio de aprendizaje, fuente de educación y conocimientos”.
“La televisión enseña, educa, informa; todo depende de la actitud de padres e hijos ante ella. Pero, ¿qué aprenden? No todo lo que sale por televisión es malo, pero hay que aprender y enseñar a usar la televisión”.