Aunque pareciera que el dopaje es una práctica reciente por la gran difusión que se le da en los medios de comunicación, en realidad se trata de una actividad que data de hace miles de años, pues se tiene evidencia que deportistas de la antigua Grecia ya usaban sustancias para incrementar el rendimiento físico.
Alonso Fernández Guasti, científico del Cinvestav explica que existen evidencias que los deportistas y militares en la antigüedad usaban plantas y hongos para aumentar la fuerza física y evitar el cansancio, sobre todo, durante las guerras.
En la actualidad, las marcas mundiales alcanzadas por los deportistas de alto rendimiento, son más elevadas y parecen sobrepasar la capacidad humana natural, comenta el experto, por lo que constantemente se buscan nuevos métodos y técnicas para tratar de superar dichos parámetros.
El investigador adscrito al Departamento de Farmacobiología del Cinvestav, señala que una de las formas más comúnmente utilizada para influir en el desempeño físico de un atleta ha sido el consumo de sustancias que, al ser ingeridas, provocan un aumento artificial del rendimiento deportivo.
De acuerdo con el reglamento del Comité Olímpico Internacional, las sustancias más utilizadas por los deportistas se clasifican en seis grandes grupos: estimulantes, narcóticos analgésicos, esteroides, beta-bloqueadores, diuréticos y otras hormonas no esteroideas, las cuales no son usadas de forma genérica, sino de acuerdo al tipo de actividad que el deportista practica.Los deportistas recurren a estos fármacos con la finalidad de incrementar sus capacidades. Entre los efectos más buscados destacan aumentar la fuerza y masa muscular, elevar la capacidad cardíaca, mantener la concentración, calmar la fatiga y eliminar el dolor, incluso cuando son provocados por su entrenamiento.
Mientras que los estimulantes se usan comúnmente en deportes aeróbicos y de resistencia porque aumentan el estado de euforia del individuo; los analgésicos, al calmar el dolor, se usan en deportes de contacto o combate. Los beta-bloqueadores se utilizan en deportes de precisión por su capacidad de controlar la presión arterial
, explica Alonso Fernández-Guasti.
Esta práctica, conocida como “doping” está prohibida a nivel mundial por los reglamentos de las organizaciones deportivas, pues su utilización coloca a los competidores en desigualdad de posibilidades. Esta práctica es combatida con pruebas capaces de detectar sustancias específicas que están diseñadas para buscar a los fármacos o a sus metabolitos en la sangre u orina.
Sin embargo, también existen algunas prácticas que buscan evadir estas pruebas antidoping, que van desde un simple intercambio de muestras, hasta el ingerir sustancias capaces de impedir la eliminación de los fármacos o que dificulten el transporte o la detección de los medicamentos.
Existen otras prácticas que además de no aparecer en los exámenes antidoping, no implica el consumo de sustancias prohibidas, como es el caso del dopaje por sangre
señala Fernández-Guasti, el cual consiste en la transfusión de sangre, pues el incremento de eritrocitos conlleva a un aumento de oxígeno y proteínas en el cuerpo, y a la vez, un mejor desempeño.
No hay que olvidar que el consumo de estas sustancias provoca severos cambios en el organismo, pues cuando el cuerpo detecta el aumento de una sustancia, comienza reducir su producción natural, en un intento de mantener su equilibrio fisiológico, trayendo como consecuencia alteraciones significativas, que van desde síntomas que desaparecen una vez pasado el efecto, hasta graves daños irreversibles, puntualiza el investigador.El Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav) es un organismo descentralizado del Gobierno Federal adscrito a la Secretaría de Educación Pública.