No cabe duda que parte de la vida se puede ejemplificar con los tiempos básicos del buen comer: desayuno, comida, cena y el postre al que pocos llegan o por el que muchos empiezan y donde se pierden de manera irremediable los tan necesarios tiempos anteriores que nunca comprenden.
Se me ocurre enfocar este tema más hacia nuestra edad emocional que física, porque de alguna manera en algún momento de la vida estamos desfasados en estos dos aspectos, incluso algunos permanecen desfasados toda su vida.Digamos que en el menú de desayuno, nuestro primer tiempo puede ser: inconciencia de los riesgos, fantasía, ingenuidad, desarrollo de destreza (Dulces, bebidas llenas de color, comida sin picante, harinas y a veces de forma forzada las frutas y verduras, que agradecemos después.
Segundo tiempo: disfrutamos del picante, ya no importa tanto el color porque dejamos de ver tanto los colores, no importa cómo se vean las cosas pero si la adrenalina que nos producen y el sabor así que: Un corte de carne, con un licor o un refresco al que siendo liquido le incluimos hielo porque tenemos la necesidad de encontrarle a toda costa sabor, lo caliente hirviendo y lo frió helado.
Tercer tiempo: Sabemos que el picante ya no es tan bueno, tanta harina ni se diga, los dulces solo un poco, meditamos las consecuencias que nos trae comer tanta carne y sus efectos, el licor muchas veces ya nos hace daño y demasiado dulce ya nos empalaga.
Sin embargo lo mejor de la vida está en el postre cuando hemos aprendido lo suficiente para disfrutarlo y esto es en la adultez emocional, los que llegamos a este cuarto tiempo disfrutamos con conciencia, los dulces, las bebidas, las harinas, el picante, las frutas, las verduras…, porque ya sabemos su justa medida.
Como un regalo para que inicies una comida balanceada que te parece esta receta: Un adelgazamiento de culpas innecesarias con un toque de limón y una ensalada de logros.
Claudia Cruz.
Si seguimos en esta línea simbólicamente de lo que nos nutrimos en nuestro cuerpo y espíritu es muy importante, el cuestionamiento sería:
¿Qué es lo que estamos consumiendo, nos estamos llenando sin sentido o nos estamos alimentando en todos los aspectos para fortalecernos?, ¿Cómo y de que estamos nutriendo nuestra vida?.
Lograr conocer y saber que es lo más adecuado para nosotros solo se logra con nuestra comunicación constante y la observación de las reacciones que tenemos frente a lo que vamos enfrentando en la vida, tanto en nuestros aciertos como errores ,en otras palabras hay cosas que digerimos rápidamente, otras que no son fáciles de digerir, algunas que arrojamos inmediatamente hacia afuera porque no las toleramos , otras que nos hacen daño y que para sacar vamos a llevar todo un proceso en tiempo y esfuerzo , en fin si nos ponemos a pensar en esto quizá por ese motivo el «Estomago» es donde se concentran nuestras emociones más fuertes y por esto de alguna forma por ejemplo cuando recibimos una mala noticia es como si sintiéramos una patada en el estómago, o cuando pasamos un coraje y estamos enojados nos duele el estómago, incluso cuando rechazamos algo porque lo repudiamos podemos hasta vomitar a causa de esta fuerte emoción, Estas situaciones y digerir lo que ocurre en nuestro diario vivir para muchas personas es tan difícil que hay personas a las que se les denomina «viscerales» porque pierden el control constantemente y tienen episodios explosivos por no entender lo que ocurre y no saber cómo enfrentarlo así que comen en exceso o dejan de comer , esta es la mayor prueba de que de lo que nos nutrimos determina considerablemente nuestra felicidad. ¿No sé tú que piensas pero no crees que sea importante ser selectivos y hacer una limpieza de nuestro sistema constante donde de acuerdo a nuestro aprendizaje consumamos lo que hemos comprobado que nos hace sentir bien y desechemos lo que no nos funciona?
Hay una contra parte con respecto a lo anterior donde podemos sentir también emociones maravillosas de diferente «digestión» por ejemplo cuando miramos a quien amamos, una expresión común es : “Siento mariposas en el estómago”.
Por supuesto la elección de los ingredientes necesarios para vivir mejor depende en gran medida de lo que aprendemos cuando somos niños, de la educación que recibimos y de los ingredientes que adquirimos con nuestras experiencias.
Creo humildemente que por ejemplo: Las personas rígidas son aquellas a las que obligaban a comer a la fuerza y alimentaban porque así tenía que ser, sin enseñarles a disfrutar lo que comían y así lo trasladaron a su vida.
Para otros la comida desde niños fue un sistema de convivencia, de consuelo, de premios y castigos y en estos casos creo desde el fondo de mi corazón que son los que utilizan la comida no como un medio para mantenerse sanos, sino como una compensación que los abriga en la soledad y los consuela en los fracasos. No importa lo que coman solo llenar su vacío rápidamente. Por eso al no disfrutar la comida en su justa medida la van a buscar desesperadamente por lo que simboliza: Compañía, amor, premio castigo, no importa la calidad ni si les gusta o no, lo que importa es la relación que tienen con lo que conocen y la vinculación con sus emociones y sentido de pertenencia.
Comer no es lo mismo que elegir los ingredientes para disfrutar una buena comida en otras palabras sobrevivir no es lo mismo que elegir los elementos necesarios para vivir mejor.
Todo tiene su tiempo hay que ponernos atención y aceptar que hay cosas que no son para nosotros, esto lo digo porque muchas veces nuestro cuerpo cuando no recibe lo que necesita se enferma, esto es una gran enseñanza porque lo mismo pasa con nuestra vida y nadie se conoce más que tú.
Tenemos que depurarnos de lo que no funciona y renovarnos constantemente, para nutrirnos con los ingredientes necesarios para nuestro bienestar y por tanto para estar más cerca de nuestra felicidad.