La masculinidad se construye a partir de NO ser femenino
Esto significa que la identidad masculina no se construye positivamente, sino a partir de una negación. Es decir, desde niño se aprende que la manera de ser “hombrecito” es no siendo mujer. De esta forma el niño rechazará para sí las características que han sido asociadas a las mujeres.
La necesidad de diferenciarse del otro es un elemento común en la construcción de las identidades; sin embargo, la forma en que se construyen la identidad estereotipada de “ser hombre” tiende a negar para los hombres aspectos que son características de todas las personas.
Algunas situaciones comunes de los hombres que nos indican que tienen la influencia de este aspecto son la dificultad para poner en palabras las necesidades y la dificultad para hablar de los sentimientos.
Necesidad de probar la VIRILIDAD
Se ha analizado que en ocasiones, los hombres requieren probar su masculinidad a través de: la fertilidad, la fuerza física, la actividad sexual, conductas de riesgo, entre otras.
Situaciones de los hombres que nos indican que tienen la influencia de este aspecto son la sobrepreocupación por la erección del pene, sexualidad reducida al coito, rechazo al condón.
Ejercicio del PODER a partir del CONTROL
Los hombres que no han logrado romper la inercia cultural estereotipada, requieren ejercer un tipo de poder, el de dominio. La reafirmación de su identidad necesita el control de los otros, de dominarlos.
Quizá en algunos espacios no pueda ejercerlo, pero en otros espacios y con otras personas sí lo hacen y se demuestra por el endurecimiento en el trato con los otros; por ejemplo, en el espacio doméstico con los hijos(as), o en la relación de pareja.
Situaciones de los hombres que nos indican que tiene la influencia de este aspecto son las limitaciones para mantener relaciones más equitativas, la escasa posibilidad de diálogo y que suelen ser violentos.
Negación de necesidades emocionales:
Otro aspecto importante a destacar de la masculinidad es lo que refiere a la vida emocional. Por lo general se piensa que las mujeres son más “sensibles” y que los hombres son más “fríos”; como si para ellos no fueran importantes las emociones.
Lo que sucede en realidad es que tanto mujeres como hombres somos personas sensibles y expresamos lo que sentimos de muy diversas maneras. Las emociones de una persona nos indican en qué aspectos de su vida está implicada; es decir, a qué cosas les presta atención e importancia.
A los hombres comúnmente se les enseña erróneamente que tomar en cuenta las emociones en la vida privada es responsabilidad sólo de las mujeres. Los hombres no han aprendido a prestar atención a cómo se sienten en el noviazgo o en el matrimonio y a tener presente los sentimientos de la pareja.
Para muchos hombres, continuar ejerciendo el rol tradicional de proveedor les significa una carga y un desgaste emocional del que no son conscientes claramente. Los hombres mueren más jóvenes que las mujeres. Además, los infartos y problemas del corazón tienen estrecha relación con cómo se vive conforme a una masculinidad dominante y estereotipada.
La masculinidad no es sinónimo de hombre, como la femineidad no es de mujer.
Referencias
- Manual para la acción: Prevención de abuso sexual de niñas y niños. Una perspectiva con enfoque de Derechos, patrocinado por Pfizer, México 2007.