Por Laura Celma, psicóloga clínica y tanatóloga, de Vínculo Colectivo. Mucho se dice por ahí acerca del amor, el romanticismo, el noviazgo, el concubinato, en fin, la vida en pareja… y me resulta curioso ver como se aceptan por ciertos los preceptos del amor, lo poco que se cuestiona sobre lo aprendido hasta en canciones que nos hacen una declaración fatua acerca de la diferencia entre amar y querer, porque amar es sufrir y querer es gozar.
Cuando inicia una relación, una multitud se acelera a preguntar ¿para cuándo la boda?, quieren los detalles del tórrido amor; en cambio al terminar una relación, muchas personas suelen afirmar: no era amor, no se amaban lo suficiente para superar la adversidad, no lograron matar al dragón de las siete cabezas y rescatar a la princesa, ah… y por supuesto, lo MUCHO que la otra persona se pierde y lo imbécil que es por dejarte ir.
A veces, incluso pareciera que el amor cuenta con criterios diagnósticos para declararlo o no como amor: ¿es incondicional?, ¿nunca jamás en tu miserable existencia tendrás otro igual y/o mejor?, ¿es monógamo?, ¿llegan juntos al orgasmo?, ¿anticipas los deseos de tu pareja sin que sea necesario expresarlo con palabras?, en fin…
Pareciera una necesidad desenfrenada para descatalogar del concepto de amor a todo aquello que no sea perfecto, bueno, bonito, maravilloso, poderoso y especial.
Y no es que el amor no sea todo eso, de hecho, es mucho más… pero, no sé si estés listo para esta plática: el amor tiene defectos y el desamor, es parte del amor.
Infinidad de veces amistades y pacientes me han confesado en penosa agonía post truene que se atormentan con una pregunta que rodea su cabeza: ¿Esto era realmente amor?, y la respuesta es mucho más simple de lo que creemos, si tú lo consideras así, si, era amor.
Pero el amor, al igual que el té de manzanilla, no tiene todos esos súper poderes. El amor, al igual que otros sentimientos, no necesariamente es racional y, sobre todo, el amor no es estándar, no todos lo podemos vivir de la misma forma y difícilmente es expresado de la misma manera.
Debemos comprender eso y comenzar a cuestionar sobre la forma en la que vivimos el amor, lo que para nosotros significa, ¿cómo lo experimentamos?, ¿qué lo fortalece, qué lo debilita? ¿qué lo transforma?, ¿cómo lo demostramos, qué nos detiene? ¿qué otras cosas deben acompañarlo?, ¿con quién queremos compartirlo? ¿qué nos da miedo?, ¿cómo aprendí a amar?, ¿me gusta la forma en la que amo?, ¿sé cómo me gusta que me amen? …
¿Estoy lista para amar?, ¿estoy lista para que me amen? y, sobre todo: ¿Estoy lista para perder ese amor?; si no nos conocemos en el amor, estaremos destinados a sufrir el desamor, haciendo que el truene sea algo agotador, desgastante, destructivo, codependiente y finalmente ciclado una y otra vez y, amiga, ¡date cuenta!
Si al menos una fracción de todo aquello que se invierte en el nombre del amor, se invirtiera en aprender a dejar ir un amor que no construye, que no aporta, que no prospera, tendríamos truenes decentes, de los cuales saldríamos con grandes aprendizajes en lugar de amargos rencores, y tendríamos como resultado un sinnúmero de personas que son mejores para amar, claro, desde el amor propio, desde la aceptación del error no como un fracaso, sino como parte de nuestro propio proceso para ser un poquito mejores.
Pero no. La realidad es que ese maldito deseo de pasar pronto la página, porque nos sentimos basura y de la no reciclable, nos apresuramos a que nuestra ex pareja y todos los demás, nos vea bien, radiantes, etéreos, empoderados, inalcanzables y claro, con un nuevo amor. Y que por supuesto, no quede la menor duda que lo hemos superado, que no le necesitamos y que estamos mucho mejor sin él.
O, por el contrario, clausuramos el corazón, y cambiamos de víctima a victimario, amando a medias, siempre manteniendo una mediocre relación a una distancia a salvo del enamoramiento, pero no por gusto, ojo, por miedo.
En cualquiera de los casos, si no le dejamos de mandar mensajes al ciclo, se repetirán historias, se lastimarán corazones y alguien saldrá herido. Y todo ¿por qué? ¿POR QUÉ A MÍ? Sencillo: no sabemos cortar por lo sano.
No nos preparan nunca para el desamor, y porque con más frecuencia de la que creemos, los truenes son los primeros duelos significativos para muchas personas, por lo que no es que estemos tan mal –algunos sí- es solo que estamos en entrenamiento del duelo.
Es la curva de aprendizaje de la vida, y el desapego es el bache estudiantil, donde muchos nos vamos a extraordinario y si es necesario, repetimos materia.
Y es que soltar no es fácil, pero lo que no nos dicen, es que sostener algo que nos hace daño es muchísimo más complicado. Parece broma, pero he escuchado tantas veces “sería más fácil que se hubiera muerto, a verle feliz con otra persona”.
A ese grado de incapacidad en el manejo de pérdidas hemos llegado, por alimentar nuestro egoísmo, pensándonos merecedores de todo, sólo por ser quienes somos, y nos hemos equivocado tanto TANTO… porque aceptémoslo, sólo una persona trastornada con delirios de grandeza puede creerse lo suficiente como para ser dueño de otra.
Lo que no sabe es que forja con esos pensamientos sus propios grilletes de esclavitud, en donde su felicidad, éxito, desarrollo, se han depositado en otro, siendo así prisionero y verdugo en un corazón enfermo, cada vez más confundido e incapaz de amarse a sí mismo, porque lo ha entregado todo… en parte, por ser más fácil culpar a otros.
Pero… y si el amor no es eso fantástico y maravilloso, ¿entonces es un asco? No, lo que es un asco son los irreales preceptos del amor, lo poco que nos educan en un amor ético, lo nulo que nos conocemos en el amor, y lo básicamente huérfanos en la educación de nuestro desamor.
Y bueno, como me han enseñado en Vínculo Colectivo, por ser día del amor ahí te van los 5 tips para el desamor:
1. El truene no te crea ni te destruye, solo te transforma (y depende de ti que sea para mejor).
2. No pongas todos los huevos en una canasta. Tener una relación de pareja, no implica disminuir tus amistades, alejarte de la familia o abandonar tus propios planes.
3. Si parece afición tu sufrimiento por un mal amor, mejor inscríbete al gimnasio o haz dieta, seguirás sufriendo, pero al menos valdrá la pena.
4. Si de verdad sientes que se te va la vida sin él, la realidad es que tú se la pusiste para llevar.
5. Si no tienes una relación bien contigo misma, no esperes mucho de los demás, no porque no lo merezcas, sino porque lo permites, y en ese caso, mejor acude a psicoterapia.
Asegúrate que este truene te deje más de lo que se lleva, no te enfrasques en lo que faltó/falló, mejor pregúntate qué quieres para tu próxima relación, cultívate en la ética relacional y sé responsable de tus errores… y así de amigas. Un favor, si no sabes lo que quieres ni lo que ofreces, no vayas por la vida lastimando gente.