Plenipausia: plenitud y gozo en esta nueva etapa

Tiempo de lectura aprox: 1 minutos, 56 segundos

Desde hace tiempo me caracterizo por ser la persona que siempre trata de encontrar lo mejor en cada situación.
Tan es así que cada que aparecía mi adorada y ahora tan extrañada menstruación, yo la vivía como etapa de purificación, la igualaba a una limpieza energética y física que sacaba de mi cuerpo lo que ya no necesitaba.

A mis 51, sin útero y claramente transitando la etapa de la menopausia, aunque mi perfil hormonal diga lo contrario, vivo este momento como una etapa de gozo, libertad, plenitud y sabiduría. De ahí que adopté el término: “Plenipausia”.

Constantemente escucho a mis contemporáneas con varios síntomas: bochornos, insomnio, falta de deseo, fatiga constante, sequedad vaginal, cambios de humor, niebla mental, entre muchos otros.

Yo, por ejemplo, decidí que cuando los bochornos aparezcan haré movimientos para sacudir brazos y manos repitiendo como mantra que les doy las gracias por la liberación de toxinas y purificación de cargas emocionales.

Mis amigas, con abanicos en mano, me preguntan constantemente por mis síntomas. Siendo muy honesta yo no he presentado ninguno de los mencionados, hasta que platicando con un médico me dijo: “tienes un síntoma muy claro de que ya estás en esa etapa y es el abultamiento en la zona del abdomen”.

Ese comentario, que puede ser fuerte y, quizá ofensivo para algunas personas, para mí representaría la liberación del estigma más grande que he sentido recientemente por mi cuerpo.

La plenipausia me ha hecho entender que esta etapa física me ha abierto nuevos caminos para gozar, elegirme desde la aceptación, con menos culpas y más amor propio.

En mi forma de habitar la “plenipausia”, estoy aprendiendo a soltar las cargas emocionales que no me corresponden, a dejar de escuchar los juicios internos e ignorar los pensares de la gente a mi alrededor, que tan afanosamente tienen altas expectativas de cómo debería ser mi sentir y existir con respecto a esta etapa. Este reencuentro de libertad y aceptación conmigo, está trayendo una paz y calma que se expresan en un semblante relajado.

El estigma de que una mujer en menopausia es equivalente a una mujer vieja, descuidada, que ya no sirve, sigue estando presente, por eso quiero compartir cómo la estoy viviendo, por si puede resonar en alguien y ayudar.

Considero que soy una mujer que está muy conectada al placer y por eso hoy mi fidelidad a él no es negociable, de hecho soy irreductible en este punto, no me permitiré la desconexión con el mapa sensorial que hay en mi cuerpo a causa de esta etapa, en la que muchos señalan que son años de pesares y malestares, pues a mí me está dando sabiduría para habitarla, gozo para amarla y una sensualidad consciente que se convierte en autoestima elevada.

La menopausia o “plenipausia” está siendo un reencuentro amoroso conmigo donde ya no peleo, ni hay juicio. Solo estoy disfrutando este profundo cambio interno, donde mis prioridades son claras: necesito saber y entender lo que puede pasar en mi cuerpo, pues teniéndolo claro y siendo una mujer responsable, buscaré a los especialistas médicos para que me acompañen con información confiable y tratamientos seguros.

Hay que tener claro que no sólo somos cuerpos que envejecen, en cada piel hay una historia que enriquece y cuando se comparte habla de una etapa de expansión, reencuentro y celebración.

A mí la menopausia no me apagó, encendió mi luz interior para seguir el camino, donde dejamos de ser lo que el mundo espera para ser nuestra mejor versión.

- Advertisement -spot_img